jueves, 23 de octubre de 2014

Los Bancos

Todavía tengo la foto. Son los años 80. Estamos tomando una caña en la terraza de Café Zurich en Barcelona, cuando decido probar mi nuevísima tarjeta bancaria en el Banco Central al otro lado de las Ramblas. Sería la primera vez en mi vida que lo haga en un cajero automático que no cuelga de una pared de una oficina de correos holandesa. Y tengo éxito. Para mi sorpresa los billetes de 100 pesetas salen de la ranura. Lleno de orgullo vuelvo al Café Zurich. Para no tener que esperar el semáforo voy por el túnel abajo de las Ramblas. Cuando subo mi amigo Wybe tira la foto. Vemos un joven con todavía bastante pelo después de cumplir una misión decisiva. Nunca más sería necesario esperar con traveller cheques en una cola ante una taquilla.

Entonces España parecía más avanzada que Holanda si hablamos de la banca. Durante nuestras vacaciones nos llamó la atención que también en las ciudades pequeñas en la montaña casi siempre había cajeros. Los bancos eran omnipresentes. Todavía es así. Aquí abajo, en la Avenida de América, hay tres cajeros automáticos de diversos bancos. Y en muchas calles comerciales, también las de Ponferrada, los bancos predominan la escena callejera. A pesar de las fusiones todavía hay una gran diversidad de bancos y cajas. 

Es extraño, pero en España es más fácil sacar dinero de mi cuenta holandesa que de mi española. Con mi tarjeta española siempre tengo que tener mucha atención en que banco saco el dinero, para evitar pagar una comisión de € 3,50 creo. Con mi tarjeta holandesa puedo sacar dinero en cualquier cajero en España (y otros países de Europa) sin ningún costo extra. ¿De dónde vendrá esta diferencia? Hasta es el mismo banco: el ING, que también está activo en España. Que todavía tengo una cuenta holandés en el ING casi me da vergüenza. Por unas fusiones llegué a este banco y siempre había tenido demasiada pereza para cambiar de banco, mientras el ING pagaba bonos altos a sus altos empleados. El colmo era cuando El ING contrataba como comisario al ex sindicalista, ex socialista, y ex ministro-presidente de Holanda Wim Kok, que llegó a defender esta perversa cultura de los bonos.

Los banqueros españoles también se han enriquecidos en la época del boom con altísimos salarios y bonos. Es triste leer sobre las cajas de ahorros, que quizás hace mucho tenían un cierto perfil social. Todavía la Caja España organiza a veces eventos culturales aquí en Ponferrada. La mayoría de las cajas están ahora en las manos ansiosas de directivos sin escrúpulos. Muchas veces son representantes de los partidos políticos, de los sindicatos y las organizaciones empresariales. Y esto tenía resultados bastante funestos.

Vendieron a muchos ahorradores preferentes prometiendo muchos ingresos sin demasiado riesgo. Vale, un riesgo bajo hasta explotó la burbuja financiera, desde luego. Últimamente salen en las noticias las aventuras de los administradores de la Caja de Madrid, que pudieron utilizar sus tarjetas gratis para hacer compras de lujo. Sobre todo la coalición entre el Partido Popular y Comisiones Obreras es sorprendente en este caso. La corrupción está encima de las diferencias políticas y sociales.

El vínculo entre la política y los bancos es insano y perverso. Los poderes políticos y los poderes económicos deben estar separados. Los políticos no deben tener los bancos en sus manos; ellos tienen que controlar, vigilar y regular a los bancos desde afuera, mientras nosotros, como ciudadanos atentos, tenemos que controlar y vigilar a los políticos, desde luego. Y yo voy cambiar de banco, vale, si encuentro tiempo y si no es demasiado complicado.
¡Misión cumplida!