viernes, 3 de agosto de 2018

La caminata de Ponferrada a Villar de los Barrios

Muestro en el mapa de El Bierzo a mi amigo Henny los planes para la tarde. ‘Mira, empezamos aquí en casa, cruzamos el centro histórico, vamos un rato en contra de la dirección del Camino de Santiago, pero aquí vamos a la derecha hacia Villar de los Barrios, que es absolutamente una joya. Después vamos por Salas de los Barrios a Lombillo, donde está una de las terrazas más bellas de El Bierzo. Allí tomamos una cerveza mientras esperamos hasta que Ana venga con el coche, porque transporte público no hay allí.’ ¿Y qué pájaros vamos a ver?,’ me pregunta.

Henny es mi amigo de toda la vida. Como niños de 4 años ya jugábamos juntos en la calle donde vivíamos. Juntos empezamos esta afición de los animales y pájaros en particular. Identificamos los pájaros que volaron en los jardines y parques de Ámsterdam Oeste. Y seguimos compartiendo nuestras observaciones hasta hoy día, cuando ya los dos estamos a punto de cumplir 60 años. Los últimos años nos enviamos mensajes de WhatsApp cada vez que vemos algún pájaro especial.

‘No vamos a ver oropéndolas,’ respondo, ‘porque allí no hay río ni chopos. El paisaje va a ser una mezcla de huertas, viñas y terrenos salvajes con mata. Ideal para abejarucos, la verdad.’ Ayer seguíamos el río Sil en dirección de Toral de Merayo en busca de oropéndolas. Solamente oíamos a una; ya se está acabando la temporada de su canto, parece. En cierto momento oímos otro sonido viniendo desde arriba: abejarucos. Pero no los vimos.

Estamos andando en el camino rural hacia Villar de los Barrios. Sudamos. Desde luego. Son las seis de la tarde mientras hoy es, oficialmente, el primer día de la ola de calor. Pero un guiri como Henny considera hacer una siesta a esta hora como ‘perder el día.’ Un hombre sale con la cara preocupada de su jardín y nos pregunta con fuerte acento berciano: ‘¿Os perdisteis?’ ‘No, estamos andando hacia Villar,’ respondo. Me mira con incredulidad. ‘Vivo en Ponferrada,’ continuo, como para tranquilizarle.

Vemos unos pájaros volando hacia un árbol dónde se posan. Los dos cogemos nuestros prismáticos. En silencio miramos. Los pájaros están demasiado lejos para ver los colores, pero por las siluetas parecen ser abejarucos. En cierto momento oímos el sonido tan típico. Para Henny son los primeros abejarucos de su vida. Siempre un momento especial. También para mí. Los he visto en Castilla, Andalucía, Francia e Italia, pero nunca antes en El Bierzo. Y no son pocos, además.

Estamos en Villar de los Barrios. Ya no hay bar. ‘Cerraron hace unos años,’ nos explica un hombre mayor. Una lástima. Por suerte hay una fuente en la plaza para calmar nuestra sed. Nos saluda Nicolás. Nicolás es bastante famoso en El Bierzo, como organizador del Festival del Villar de los Mundos. Ana y yo ya estuvimos varias veces en el festival, pero no me reconoce. ‘Vivo en Ponferrada,’ digo otra vez, ‘y me gusta el festival; conoces a mi mujer.’ Hablamos. Llamo a Ana para decirle que venga a Villar para recoger las botellas de vino que todavía nos esperan en la bodega de Nicolás por participar en el crowdfunding del festival del año pasado.

Cuando Ana ha llegado, entramos en la casa de Nicolás. Abrimos una de las botellas. Brindamos. Nicolás nos explica que el festival sirve para hacer su pueblo más atractivo y más conocido. Porque es una lástima que un lugar tan hermoso tiene tan pocos habitantes y tantas casas vacías. Cada año el festival tiene otro país como tema. Este año será Portugal. Próximo año un país asiático: Japón probablemente. ‘¿Y después tal vez Holanda?’ Mientras dice esto, me mira interrogativamente. ‘Me parece una idea maravillosa,’ respondo. Henny llena las copas otra vez. Brindamos. 

El video promo del Festival de Villar de los Mundos está AQUÍ

Dos guiris en Villar de los Barrios