Es verdad que la producción del vino berciano ha crecido mucho, tanto en cantidad como en calidad.
Por todos lados se puede ver cómo cada vez más terrenos abandonados se vuelven en viñas. Crece el número de las bodegas y las bodegas existentes amplían su producción, no solamente para el consumo local, sino también para nuevos mercados en Europa, América y Asia.
En cuanto a la calidad puedo decir que soy un experto de experiencia. Ya en los años 80 visité España, y también El Bierzo, y como pobre estudiante no pude resistir la atracción del vino local tan barato. Era un vino muy colorado de lo cual tenías que dejar los últimos sorbos en el vaso (algo que normalmente considero como un abuso de alcohol) para evitar tener que escupir el sedimento. Hoy día, las cosas han cambiado. Cada bar en Ponferrada ofrece varios vinos de El Bierzo de alta calidad. También afuera de El Bierzo algunos restaurantes sirven vinos bercianos, aunque parece que todavía falta conquistar Holanda, por ejemplo. Allí un vino de El Bierzo todavía es una rareza.
En casa casi siempre bebemos vinos locales por dos razones: nos gusta el sabor, tanto el tinto de la uva mencía como el blanco de la uva godello, y nos gusta que viene de cerca. Una vez, hace unos meses, estuvimos en un supermercado escogiendo un vino tinto para la cena, cuando yo automáticamente iba por los mencías más baratos; por cierto, los holandeses tenemos que cuidar nuestra imagen de tacaños. Normalmente voy por una Luna Berberide, un Peique o un Flavium, todos con una alta relación calidad precio. Estuve allí ya con un Flavium en mi mano, cuando leí la etiqueta: Flavium Cosecha. Pregunté a mi mujer Ana porque ponían cosecha mientras, que yo sepa, cada vino viene de una cosecha. ‘Significa que es un vino muy joven; de la última cosecha,’ me explicó. Estuve un rato pensando y de pronto asusté a mi mujer y varios clientes del supermercado con el grito: ‘¡¡Pero...pero ...es un Bierzo Primeur!!’
Seguramente se trataba de una moda. Y de una estrategia genial de marketing. El Beaujolais Primeur (o el Beaujelais nouveau). En los años ochenta y noventa en Holanda, y tal vez también en otros países, Beaujolais Primeur era el vino que bebimos en el otoño. Una de las atracciones era su temporalidad. Oficialmente se vendió el Beaujolais Primeur solamente en las primeras semanas después de la cosecha. Esto nos daba la sensación que el vino era especial; que teníamos que darnos prisa para comprarlo, porque si no, ya se acabaría. No sé exactamente cuando empezó esta moda ni cuando se acabó, pero cierto es que hoy día no hay tanto Beaujolais Primeur en Holanda.
Entonces, holandeses, vais a tener una experiencia completamente nueva. El Bierzo Cosecha es la moda. Y no es nada un vino ligero de sabor, como el Beaujolais de estos franceses. Es un vino de España con cuerpo, que combina excelentemente con el queso de cabra y los butidos de El Bierzo. Tenéis que daros prisa, porque la oferta es limitada.