lunes, 2 de diciembre de 2019

Diez años Facebook y todavía no radicalizado

Cuando todavía vivía en el piso con mis padres en Ámsterdam, teníamos en cierto momento una computadora de ajedrez en casa. Mi padre se puso en frente del ordenador con las piezas blancas y abrió con una jugada que nos siempre había desaconsejado a los hijos. Le miré asombrado. ‘Con esta jugada inesperada confundo a la máquina,’ me explicó. Me parecía una teoría absurda. ‘No puedes confundir a un ordenador, solamente a personas,’ argumenté. Con una sonrisa orgullosa mi padre ganó su partida, lo que atribuí al nivel bajo del programa que solamente miraba una jugada adelante. 
Pero con los años cada vez más me parezco a mi padre. Hoy día yo también intento derrotar a los algoritmos con jugadas inesperadas.

Facebook me envió la semana pasada un video para celebrar que ya era diez años un miembro del club. El video era feísimo, con colores infantiles y figuras de lego que se movían entre unas de mis fotos que había publicado durante este periodo. No publiqué el video, por supuesta, pero todo me hacía reflexionar sobre el medio y reconsiderar mi afiliación. Es que hoy día Facebook es controvertido. Utiliza la matemática de alto nivel para estudiar tus preferencias y seleccionar los mensajes, anuncios y propaganda que ves, que siempre están confirmando las opiniones y prejuicios que ya tienes. Radicalización es un peligro real.

Al principio yo también me dejé llevar por mis opiniones y preferencias. Bloqueé inmediatamente a gente que compartían mensajes que para mi eran repugnantes o claramente falsos. Después tenía un periodo en el cual probaba corregir bulos obvios por vía de comentarios. A un amigo de Facebook que distribuyó una noticia que musulmanes en Holanda hacían imposible la celebración de la semana santa en las escuelas expliqué que en Holanda en todo caso casi nadie celebra la semana santa (AQUÍ). A otro amigo, que publicó una perorata populista que supuestamente venía de la mano de Arturo Pérez-Reverte, le apunté que no era exactamente escrito en el estilo de este novelista tan bueno. Esto después de haber verificado yo mismo si no de veras el texto tan desequilibrado era de su mano; nunca se sabe (AQUÍ). ¿Pero porque no lo hacemos siempre: verificar la fuente antes de compartir algo?

Ya dejé de hacer semejantes comentarios, porque no ganas nada de popularidad y, sobre todo, porque Facebook también los lee y los analiza. Hoy día leo los bulos y eslóganes más extraños sin ningún comentario. De sta manera echo un vistazo al mundo de los prójimos más radicalizados y confundo a los algoritmos. Que esta estrategia tiene éxito, comprobé cuando quería ver un resumen de un partido de Ajax en Youtube y primero me mostraban uno de estos anuncios terribles, supuestamente basado en mis preferencias. Un entrenador personal me explicaba en alemán como podía perder peso. ¡No tenían ningún idea quien estaba mirando! ¡El humano derrotó la máquina!

Mientras tanto sigo creyendo en cosas como democracia, consenso, deliberación, paso por paso mejorar el mundo y ‘quien mucho corre pronto para’.
Si, queridas lectoras y lectores. Estoy diez años en Facebook y todavía no me he radicalizado. ¡¡Esto merece un aplauso, me parece a mí!! 👏👏👏


miércoles, 13 de noviembre de 2019

Confundido

El domingo pasado era el 10 de noviembre 2019. En aquel día de las elecciones nacionales elegí mal. Me confundí.

Después de la comida anduvimos mi mujer Ana y yo en la dirección de la escuela donde nuestro barrio siempre tiene su local de votación. El Campo de los Judíos, se llama la escuela, un nombre que puede confundir a un guiri del centro de Europa. Es que campo puede significar dos cosas: un campo como en campo de concentración, o un campo para cultivar hortalizas. Por suerte el nombre tiene solamente que ver con la última significación. Nuestro barrio se llama el barrio judío, lo que de veras era en la Edad Media, y donde está la escuela estaban entonces las tierras de cultivo.

En frente de la escuela hay algunos contenedores para el reciclaje de la basura: uno para el papel, otro para el vidrio y uno para el aceite de la cocina. En una bolsa de compras llevaba unas botellas vacías y una botellita de plástico llena de restos del aceite. Era allí donde me confundí. Desatraído por nuestra conversación sobre la política, tiré la botellita con el aceite en el contenedor del vidrio. Lentamente me daba cuenta del tamaño del desastre ambiental. A pesar de ser tan pequeña, esta botellita de plástico había tardado mucho tiempo para rellenarse con aceite utilizado. Es que no freímos tanto en la cocina y muchas veces utilizamos el aceite de las latas de pescado para aliñar la ensalada. Pero lo consideré una tarea importante rascar los sartenes con una espátula encima de un embudo que estaba en la botellita para no perder nada del aceite. Y ahora había arruinado tantos meses de separar basura en un instante de despiste.

Es que aquel domingo no era mi día. Tal vez fuera una suerte que, por ser extranjero, en las elecciones no podía votar. Quién sabe que partido habría votado, si otra vez hubiera sido despistado, justamente ahora, cuando la política española parece ser dominada por sentimientos nacionalistas, tanto de los partidos separatistas como de los partidos nacionales que luchan por tener el discurso más patriótico. El partido más temible es, sin ninguna duda, Vox. Además de un discurso implacable sobre inmigrantes y su énfasis sobre la unidad de España, quieren proteger la identidad española, en la cual no reconozco nada de la gente que conozco aquí en El Bierzo o en otros lugares del país. La mayoría de la gente es moderna. En sus vidas los toros, la caza, la familia nuclear, el catolicismo y el Viva España no desempeña un papel importante, como Vox quiere hacernos creer. Partes de su programa parecen ser escritos por un guiri mayor con muchos estereotipos sobre los españoles. Solamente faltan las tapas y la siesta.

En el colegio electoral no había mucha gente. Mientras Ana votaba, me ofrecieron un huevito de chocolate como consuelo por no poder votar. Después fuimos hacia afuera. El sol se asomaba entre las nubes de lluvia que habían reinado toda la mañana. Decidimos dar un paseo por el centro de la ciudad. Elegimos bien.


martes, 29 de octubre de 2019

En Holanda se hace mucho focking

Cada vez más me estoy convirtiendo en un profesor de holandés online. Por un lado es cómodo enseñar la propia lengua, pero a veces es difícil explicar porque dices algo de una cierta manera si toda la vida lo has dicho así sin pensar.

Cuando daba mis primeras clases de holandés, todavía no online, noté que las reglas de la ortografía son más fáciles de explicar que las de inglés. El inglés tiene mala fama, en este sentido, sobre todo por las vocales, como en las palabras break y beat. ¿Cómo se pronuncia la combinación de letras ea? En el holandés también existen estas combinaciones de vocales, pero cada combinación tiene su propia pronunciación. A mis estudiantes españoles les podía explicar que la combinación oe se pronuncia siempre como en español la letra u, como en la palabra koe (vaca). ‘Y es fácil de recordar,’ expliqué, ‘porque es lo que dice la vaca: boe’. Sorprendido mis alumnos me miraron. ‘La vaca española dice mu,’ me dijeron. ‘Exactamente, con el sonido uuuuu,’ respondí. Pero el sonido de otros vocales, como el ‘ui’ ‘ei’ o ‘au’ en holandés no parecen existir en español. (Para ver mi video sobre los vocales holandeses haz click AQUÍ)

El holandés se pone muy difícil, cuando voy a explicar la gramática, como por ejemplo el orden de las palabras que es muy diferente de español o el inglés. Pues bien, si los alumnos se ponen cansados de mis explicaciones, empiezo de hablar sobre fenómenos curiosos o graciosos de mi lengua. Por ejemplo, importamos muchas palabras de inglés, pero la rara cosa es que las sometimos a las reglas de la gramática holandesa. Ya desde hace mucho existe el verbo ‘racen’ que se pronuncia de manera inglesa, come en race y significa ir muy rápido. El presente es ik race (voy muy rápido), el pasado ik racete (iba muy rápido) y el presente perfecto ik heb geraced (he ido muy rápido). Lo mismo hicimos con, por ejemplo, downloaden (bajar desde el internet), computeren (trabajar en el ordenador) y muchos verbos más. En español una conversación en una oficina holandesa sonaría así:
- Voy a downloadir el archivo, ahora que estoy computerando.
- No hace falte, ya lo he downloadido yo.  
Normalmente esta explicación hace sonreír a mis estudiantes y es conocido: con una sonrisa se aprende mejor.

Pero cuando el aburrimiento y cansancio por esta lengua tan difícil de pronunciar está al tope, no hay otra solución: para hacer la clase soportable voy a introducir el verbo fokken, tan claramente un amigo falso para gente que ya domina el inglés. Les explica que muchos apellidos en Holanda, como en tantos otros países, tienen sus orígenes en profesiones. Hay apellidos como Bakker (panadero), Molenaar (molinero), Schoenmaker (zapatero) y Fokker, porque ser un fokker es una ocupación muy normal en Holanda. Fokken significa criar o seleccionar animales y los holandeses tienen bastante fama por sus vacas que son responsables de la superproducción de la leche: las frisonas. La primera compañía de aviación holandesa se llamaba Fokker, lo que para hablantes ingleses debe haber sido un nombre extraño. Para mis estudiantes invento el diálogo:
- ¿Con qué compañía vuelas?
Fokker.
- ¿Perdóneme?
Y si esto no da el resultado esperado, una sonrisa para aprender mejor, les cuento el anecdota sobre este granjero que iba a una conferencia de agricultura en los EEUU y dijo: ‘Hi everybody,  I’m Jan, a cow fokker from The Netherlands'

Pues bien, este tarde quiero explicar a una estudiante la forma pasivo en holandés. Un asunto difícil, que necesita el verbo fokken para hacerlo más ligero. Ya sé que hacer. Voy a empezar con la frase: In Nederland wordt er veel gefokt o sea: En Holanda se hace mucho focking.

El famoso bar de licores en Ámsterdam:
Wynand Fockink


miércoles, 18 de septiembre de 2019

100

A mi padre le parecía su fecha de nacimiento graciosa. Diecinueve de septiembre de mil novecientos diecinueve, o sea 19-09-1919. Pero si bien se mira, era una fecha de nacimiento que en Europa no predecía nada bueno. Cuando él ya estaba jubilado, probé de investigar cuantos años había estado en el servicio militar, porque si fuera más de cinco años (creo), le darían una compensación financiera por tanto sufrimiento y la pérdida de los años de juventud. Por eso fui a El Instituto Neerlandés de la Documentación de la Guerra, el NIOD* por sus siglas en neerlandés (abajo una descripción, con una opinión de un guiri). No llegó a estos 5 años, porque no incluyeron los años en el Arbeitseinsatz, el trabajo forzado en Alemania.

Entró en servicio militar en 1937, pero después de su servicio normal había una movilización general por la amenaza de la guerra. Cuando ésta se estalló, estaba en la linea de defensa del río IJssel, en el este del país. Los holandeses pensaban poder frenar a los alemanes utilizando el agua como linea de defensa: los ríos y los terrenos inundados, como en el pasado siempre habían hecho. Los alemanes pasaban la linea de IJssel sin mucha lucha, y hacían de mi padre un prisionero de guerra. No mucho tiempo después tenía que ir a Alemania, cerca de Düsseldorf, como mano de obra forzada. Cuando una herida se infectaba, le enviaron a casa para curarsela. Hasta el fin de la guerra se quedó escondido en La Haya para evitar tener que volver a Alemania. 

No le gustaba hablar sobre aquel episodio de su vida, pero de vez en cuando, después de una copita, nos contaba algo. Sobre como vio los aviones alemanes cruzar el río IJssel, lo que significaba el principio de la guerra. Después vió como volaron un puente. Cuando no llegaron más ordenes, anduvo a la ciudad de Zutphen, dónde los soldados alemanes ya estaban arreglando el tráfico. Otro relato que recuerdo de él era sobre su estancia en Düsseldorf. Durante los bombardeos algunos trabajadores forzados (entre ellos mi padre) hacían sabotaje y descarrilaban trenes. En el último invierno de la guerra ya casi no había comida y combustible en Holanda, por lo cual tenía que ir a las dunas para buscar leña. Allí vio como los soldados alemanes lanzaban los V2’s, cohetes de larga distancia, en la dirección de Inglaterra.

Como niño pequeño le pregunté una vez con cierta entusiasma si había pegado un tiro a un enemigo, Sin duda habíamos visto unas de estas películas de la guerra que alaban la violencia. ‘Por suerte nunca,’ respondió. Sus años en la guerra me parecían llenos de aventuras, bastante diferente de la vida sosegada que teníamos allí en aquel barrio en las afueras de Amsterdam en los años sesenta. Pero siempre contaba sobre la guerra sin ningún afán de sensación y con desgana, como tantos otros de su generación.

Su vida mejoró mucho después de la guerra. Encontró trabajo, se casó con mi madre, tenían tres hijos, una casa de alquiler y todo con lo que solamente había soñado durante los años de la guerra: una vida con creciente bienestar y seguridad, aunque tenía que trabajar mucho. A veces, sobre todo bajo la influencia de sus tres hijos, cambió en el niño que una vez era. Eso pasaba cuando rodaba un balón de fútbol sobre el césped del parque, cuando anduvimos con el perro o cuando estuvimos de vacaciones en los bosques en el este del país. Después de su muerte fui a este último lugar para conmemorar a mi padre: los bosques alrededor del camping del pueblo Garderen. Probé encontrar el lugar donde cada mañana vimos serpientes calentándose en la arena, el matorral que cruzamos sin seguir una senda en la esperanza de ver un corzo o un jabalí, y este césped abierto en el bosque donde vimos un día muy pronto por la mañana una cierva con un joven ciervito; qué maravilloso era eso.

Que era un hombre muy solícito, lo noté una vez más en sus últimos días. A pesar de su sufrimiento se preocupó sobre todo de nuestra madre, que tendría que continuar sin él. Era un hombre bueno, nuestro padre. Hoy cumpliría cien años.

*NIOD, Nederlands Instituut voor de Oorlogsdocumentatie, Instituto Neerlandés para la documentación de la guerra ((para ver información en inglés, haz click AQUÍ).
Este instituto se encuentra en el Herengracht en Amsterdam. Allí se pueden encontrar documentos sobre la guerra, el Holocausto y, hoy día, otros genocidios. El instituto desempeñaba un papel importante para asimilar las heridas que dejaba la segunda guerra mundial en Holanda. Tanto como posible archivaron documentos oficiales, fotos, relatos de los testigos presenciales sobre los actos de la resistencia, los actos de los traidores, las víctimas de persecución, y otros testimonios.

En mi opinión (de un guiri) hace falta un instituto como éste en España, aunque sea tal vez un poco tarde, para sellar las heridas de la guerra civil y la represión de la dictadura. Dería ser un instituto sin ideología política, o tal vez algunos institutos regionales, donde cualquier persona puede buscar e investigar información y documentos de los años 1936-1976, por ejemplo.

El año pasado fuimos a una presentación de una investigación histórica sobre los políticos bercianos que fueron ejecutados durante y después de la guerra. Los historiadoras dijeron que a menudo encontraban los documentos en muy mal estado en los sótanos de los ayuntamientos. Se debe evitar que se pierda material histórico tan importante, creo yo.

La familia Knoppe en 1958



domingo, 11 de agosto de 2019

El viaje de Ponferrada a Amsterdam

Fragmentos de un diario de viaje (6 y 7 de junio)

14:20 el tren de Ponferrada a Vitoria

Estoy en el tren de Ponferrada a Vitoria después de la despedida de mi mujer Ana en la estación. Siempre un momento emocional aunque ya no es como antes, cuando viví en Amsterdam. Ahora es solamente para dos semanas. Hasta ahora el viaje es muy agradable. Leer, a veces escribir, a veces una mirada por la ventana. La meseta ya está seca. Una rapaz vuela encima del campo de rastrojo. Un aguilucho cenizo, creo.

15:30 el tren de Ponferrada a Vitoria
A ver si me va a gustar esta manera de viajar. Ya hace tanto tiempo que fui con tren o autocar a Holanda. Es que estoy harto de tanto volar. Vergüenza de volar, se llama hoy día. Ya no lo podemos negar. El comportamiento humano, y sobre todo de los occidentales, ha provocado un cambio climático global. Yo mismo, sobre todo desde mi emigración a España y mi necesidad de volver a Holanda al menos dos veces al año, he contribuido bastante. Además, no me gusta volar. Los aeropuertos son lugares desagradables. Y volar siempre da un poco de miedo, sobre todo el despegar y el aterrizar.

19:00 Vitoria
Vitoria es una ciudad agradable. Muchos carriles de bicis, parques verdes y espacio para peatones. Este último me convenía, porque la estación de los trenes está bastante lejos de la estación de los autobuses. Pero después de la caminata estoy aquí tranquilamente sentado en una terraza con una caña, esperando hasta el momento de coger el autobús a San Sebastián. Muy agradable tener tanto tiempo para cambiar de medio de transporte. A Vitoria tengo que volver.

22:00 San Sebastián
También en San Sebastián estoy sentado en una terraza. Y casi cae la noche. Estoy tomando un Txakoli y, desde luego, un pintxo. Así estoy todo preparado para la etapa más larga de este viaje. El autocar desde San Sebastián a Bruselas. Qué lástima que los trenes de largo trayecto son tan caros. Viajar con tren es tanto más confortable que con autobús. En el tren se sienta más cómodamente, se puede leer, de vez en cuando andar un poco. Pero el autobús era barato; tal vez me daba una reducción por tener sesenta años.

02:00 el autocar de San Sebastián a Bruselas
¡Qué comienzo más intranquilo del viaje con autobús. Un empleado de Alsa, la compañía de autobuses, hacía un rollo tremendo. A cada uno que entraba en el bus dijo en un tono de enfadado que no se podía llevar tanto equipaje de mano, incluso cuando, como in mi caso, se trataba solamente de una pequeña mochila con un libro y un neceser. Algunos pasajeros se ponían enfadados, pero me quedé estoico. Me parecía estupendo que Alsa había contratado como asistente de viaje a este hombre con problemas mentales. Tuve un susto enorme cuando el mismo hombre se sentaba detrás del volante. Aunque no conducía mal, sentí alivio cuando bajó ya antes de Burdeos. Su colega que le sustituye como chófer parece más estable, pero tiene en contra que acaba de leer sus mensajes en su móvil.

07:35 el autocar de San Sebastián a Bruselas
La parada anterior era puro romanticismo de viaje. Un restaurante feo al lado de una gasolinera en algún sitio entre Tours y Orleans. Los pasajeros que andan atontados por el restaurante vacío y ya cerrado y al final compran una botella de agua y unas nueces en una máquina. A pesar de la hora tan tarde hacía calor. Afuera, en la terraza del restaurante, los pasajeros empiezan conversaciones. Una chica me cuenta que va a trabajar como voluntaria en un campo de refugiados en Calais. ¡Una heroína! Ahora vamos a parar para un desayuno.

11:30 el autocar de Ponferrada a Bruselas
!París! Son las once de la mañana. Me gustaría hacer una foto de uno de los edificios característicos, la Torre de Eiffel si es posible, pero no pasamos por el centro. Es una foto fea de una estación de los trenes al lado de la Sena que envío a Ana.
Hubiera sido estupendo coger el Thalys, el tren de alta velocidad, desde París a Amsterdam, pero esto es impagable si no reservas con mucha antelación. Me espera otro largo trayecto en autocar hasta la llegada en Bruselas. Pues bien, leer y dormir.

17:30 el tren de Bruselas a Amsterdam
Por suerte el bus paró muy cerca de la estación Du Midi en Bruselas. Compré mi billete en la taquilla. Ya era familiar cuando pude hacerlo hablando holandés. Busqué un rato en aquella estación tan grande un sitio para sentarme a comer, pero al final me compré unos sándwiches que comí afuera en el andén. Ahora la última etapa a Amsterdam.

19:00 el tren de Bruselas a Amsterdam
Casi estoy. Afuera el paisaje de praderas que conozco tan bien. En la estación tengo que cambiar a un bus urbano y después andar a la casa de mi hermano. El viaje era largo, fatigoso tal vez, pero también bonito. No será la última vez.

Detalles técnicos del viaje
Compañía
desde
a
precio
Renfe
11: 28 Ponferrada
16:25 Vitoria
   12,20
Alsa Bus
20:10 Vitoria
21:25 San Sebastián
     7,00
Alsa Bus internacional
22:30 San Sebastián
14:40 Bruselas (pero por retraso a las 16:00)
   75,00
NS (compañia de trenes holandesa)
16:50 Bruselas du Midi
19:38 Amsterdam
   36,60


Total
€ 130,80
Desventajas
Mucho tiempo
Dormir en una silla
Cansancio
Ventajas
Leer libro y prensa internacional
Comer y beber en varios países
¡Esto es viajar!








jueves, 18 de julio de 2019

Sobre Lenguado Picasso y otros apoteosis culinarios

La opinión de mi mujer Ana sobre la cocina holandesa bajó hacia un mínimo absoluto el viernes pasado, cuando le expliqué lo que era lenguado Picasso. El motivo era nuestra cena, de la cual a menudo hacemos una pequeña fiesta, sobre todo los fines de semana. Después de los mariscos Ana hacía aparecer una piña para cortar el postre, cuando tuve la desgraciada idea de describir el plato lenguado Picasso: un lenguado frito, normalmente en filete, acompañado por unas lonchas de piña y a veces trozos de otra fruta. ‘¡Qué asco!’ era su reacción.

La verdad es que no hay muchos holandeses que preparan lenguado Picasso en casa. Se trata de comida de restaurante, como los omnipresentes platos combinados con patatas fritas con mayonesa, unas hojas marchitas de lechuga y un filete de carne o pescado frito. No creo que haya mucho futuro para el turismo culinario en Holanda. Cuando alguien planea un viaje a mi país y me pregunta por sitios para comer, recomiendo normalmente un restaurante indonesia o, cuando le gusta el pescado, comer un arenque en un puesto en la calle. En general, los restaurantes de calidad son caros. Los holandeses comemos los platos típicos solamente en casa, mientras los restaurantes son en gran mayoría de otros países o son cafés donde se sirven platos combinados.

Mi manera de cocinar ha cambiado bastante desde que vivo en El Bierzo. Por ejemplo, aprendí a tener siempre una cazuelita con agua caliente sobre el fuego, para poner allí espinas, huesitos, cabezas de langostinos, trozos de cebolla o puerro y una hoja de laurel. En este caldo preparo el arroz, la pasta o las patatas. Mientras estoy así trabajando en la cocina, a veces tengo que suprimir la fantasía macabra que si cortara mi dedo, lo pondría automáticamente en el caldo.

Desde luego, de vez en cuando echo de menos los platos típicos de Holanda. Por suerte noté que durante los diez años que vivo aquí, más y más ingredientes para estos platos aparecían en las tiendas o en el mercado. Se puede encontrar endivias, por ejemplo, en casi todos los supermercados. Ansiosamente compré algunas para preparar uno de los platos estrella de mi madre: endivias con queso y jamón. Desde hace unos años cada primavera hay espárragos blancos frescos en algunos supermercados y en el mercado. En el mismo mercado encontré guisantes secos partidos y el bulbo de apio, dos ingredientes fundamentales para la sopa de guisantes. Incluso encontré choucroute en una tienda biológica. A veces se me ocurría que todos estos productos se venden en Ponferrada por mi presencia. Por cierto, nunca en mi vida he visto a un español preparar endivias, espárragos blancos frescos o algo con guisantes secos o el bulbo de apio. Y choucroute se considera la comida del diablo, creo.

El sábado pasado fuimos al mercado, Ana y yo. Había en algunos puestos mi verdura favorita de Holanda, boerenkool (la col de los campesinos, literalmente). En algunas cajas había un cartel con la palabra Kale. No me pude controlar más. ‘¡Mira Ana, se vende boerenkool solamente porque estoy aquí!´ ´No seas tan tonto,’ respondió. Pero continué: ´Pero este nombre, Kale, solamente puede ser para mí, ¿verdad? ¿No recuerdas que a veces me llamaban Kale a mí?’ Esto era verdad. Kale significa en holandés calvo. Sobre todo los oponentes en un partido de fútbol me llamaban así de vez en cuando abiertamente: ‘Dek die kale!’ (‘¡Marca a este calvo!’). Con paciencia Ana me explicó que kale era el nombre de esta col y que el hecho que se vendía tanto era porque en algunas revistas le describieron como muy sana. Kale es el nuevo superalimento.

Entonces, compramos unos manojos de kale y los preparamos en casa con patatas machacadas como solíamos hacer en Holanda. Y efectivamente. El sabor era súper!

lenguado Picasso

Kale en el mercado de Ponferrada


domingo, 30 de junio de 2019

Una vuelta nostálgica con la bici por Ámsterdam

Domingo, el 9 de junio de 2019. Me despierto temprano en Ámsterdam. Ya hay tanta luz por las mañanas y sobre todo hoy, cuando el solito ya brilla. Hasta las tres de esta tarde no tengo compromisos. ¿Sabes qué? Voy a hacer una excursión con la bici. Una vuelta nostálgica por todos los sitios donde viví en Ámsterdam. Después puedo escribir sobre todo esto en mi blog. Porque hay una diferencia grande entre España y Holanda si se trata de cómo vive la gente. En España casi no hay viviendas sociales para alquilar. Mucha gente, también la que se considera nada próspera, compra una casa. Los hijos se quedan a vivir con los padres hasta que puedan pagar una hipoteca. Y si en España alquilan un piso, es casi siempre amueblado. En Holanda alquilar es muy normal. Nunca consideré comprar nada. Los holandeses alquilamos los pisos sin muebles, lo que significa que antes de mudar tenemos que pintar, empapelar y comprar cosas. El día de la mudanza solía ser un evento especial; con los amigos y la familia arreglar una furgoneta o a veces una bicicleta con caja, y una polea con maroma para izar las cosas hacia el piso. Y después cervezas y patatas fritas con mayonesa. ¡Qué recuerdos! Ya tengo ganas de la excusión y voy afuera donde mi fiel bici me espera.

La primera parada: Jacob van Arteveldestraat 7, tercer piso
.¡Cómo ha cambiado todo aquí! En los años cincuenta mis padres venían a vivir en este barrio en el oeste de la ciudad que entonces era completamente nuevo. Eran muy felices con su piso. En una habitación dormíamos los tres hijos, pero el alquiler era pagable y el entorno ideal para los niños con tantos parques. Sin embargo, se trataba de mala construcción, hecho con demasiada prisa para alojar a las familias que produjeron el babyboom después de la secunda guerra mundial. Ahora, despues de 60 años, ya han construido nuevos edificios. Allí arriba, más o menos, viví mi infancia y adolescencia.

La segunda parada: Planciusstraat 10, tercer piso
Aquí viví la primera mitad de los años 80 en un piso de una habitación. Pagué 80 florines al mes, lo que son unos 34 euros. Ahora los alquileres son más altos, pero todo el edificio fue renovado. Se trata de un monumento por ser unos de los primeros complejos de viviendas sociales del siglo 19.

La tercera parada: Houtmanstraat 13, primer piso
Se trata del mismo edificio que en el de la Planciusstraat, pero este portal tiene la entrada en esta calle tranquila. El piso era para mi familia de mi madre muy especial. Cuando mi abuelo se fue a la bancarrota en la crisis de los años 30, se veía forzado a vender su barco en el cual trabajaba y vivía la familia. Venían a Ámsterdam y se alojaron en este piso. Increíble que vivieron en este piso de dos habitaciones con toda la familia con cuatro hijos. Después de la muerte de mis abuelos mi tío Jaap se quedaba a vivir aquí y cuando él quería mudarse, arreglamos con la cooperartiva de las viviendas sociales que me podía mudarme a este piso, que era el doble de tamaño que el antieror. Pensaba que nunca iba a mudarme otra vez, pero una renovación del edificio grande me forzaba a buscar otro piso. Cuando tienes que mudarte por una renovación, tienes prioridad en las listas de espera, por lo cual ya encontré rápidamente algo.

La cuarta parada: Tuinstraat 142, segundo piso
La única decepción durante la mudanza era que tal vez se trataba de la única casa en el centro de Ámsterdam sin gancho para colgar la polea. Teníamos que subir todos los muebles por las escaleras. Aquí en De Jordaan, el barrio más emblemático de la ciudad, viví mis últimos años en Ámsterdam, desde 2005 hasta 2009, y el último año ya juntos con mi futura esposa. Después nos fuimos a Ponferrada, yo al principio por un año para probar que tal iba. Subalquilé mi piso por vía de la cooperativa por un año. Después me daban una prolongación de un año más, pero en 2011 tuve que decidir. Sin mucha duda elegí por Ponferrada. Desde entonces De Jordaan se volvió más turístico, aunque sigue siendo un barrio muy atractivo. Pero el número de viviendas sociales ha disminuido, temo. Me han dicho que cada vez es más difícil encontrar un piso en la ciudad. Es una lástima. ¡Vivan las viviendas sociales!

Tomo una foto de mi último piso y decido que ya es suficiente con tanta nostalgia. Es la hora de una caña en una terraza. Voy a mi bar de toda la vida, Scharrebier.




jueves, 30 de mayo de 2019

Vi dos osos untar bocadillos

Quizás, mi primera fascinación por los osos venía de la literatura. Cuando tenía unos nueve años, leí el libro infantil Bolke el Oso. Lo devoré. Después tenía que leer todos los otros libros de la serie: El Hijo de Bolke, Bolke en América y unos más. Pues bien, solamente hay osos en Holanda en las circunstancias tan tristes de los zoos por lo cual gradualmente desaparecían de mi percepción para ser sustituidos por los animales que de veras viven en estado salvaje en mi país tan llano y mojado.

Pero cuando empezaba a pasar cada vez más tiempo en España, volvió mi esperanza de poder observar un oso en estado salvaje. La verdad es que durante mis caminatas por la montaña nunca vi ninguno, aunque estoy seguro de que ellos me vieron a mí. Al menos una vez estuve muy cerca. Era cuando pasé un fin de semana en un pueblito cerca de los Picos de Europa con unos amigos holandeses. Cuando caía la noche notamos que las ovejas se acercaban mucho a las casas mientras daban balidos. A la mañana siguiente, cuando salí para dar un paseo, el campesino estaba al lado de un cerezo caído sobre el suelo. ‘Esto lo ha hecho el oso,’ me explicó moviendo la cabeza. Llegué de este fin de semana a casa con unas garrapatas en mis piernas y no podía descartar que se trataba de unas garrapatas de un oso. Con orgullo me daba cuenta de que en este caso tendría un oso como hermano de sangre. 

Mi primera observación de un oso salvaje tuvo lugar hace dos semanas. Con mi mujer Ana, mi sobrina Merel y su marido Henk Jan estuvimos aquel fin de semana en el albergue estupendo de Salentinos, La Cabana del Trasgu, aquí en la montaña al norte de Ponferrada. También allí hay osos, a veces cerca del pueblo, pero a estos, desgraciadamente, no los habíamos visto el viernes cuando anduvimos por la nieve desde Colinas a Salentinos por el pico majestuoso de El Catoute. Como consuelo el dueño del albergue nos invitó el sábado a buscar los osos con su cuatro por cuatro. Paramos en dos sitios en El Bierzo. Ningún oso a la vista. Paramos en un sitio en Asturias donde había una señal de la carretera que avisaba de osos cruzandola. Pensé que se trataba de una broma, hasta de pronto Ana susurró: ‘Mira allí.’ Al otro lado del río vimos como un oso subía lentamente la ladera de la montaña. ¡Una sensación maravillosa! Más tarde aquel día vimos, en otro lugar, un segundo oso. A la vuelta hacia el albergue los holandeses empezaron espontáneamente a contar la conocida canción holandesa ‘Vi dos osos untar bocadillos, era un milagro...' (AQUÍ la versión en holandés y en castellano), lo que, después de la traducción, hizo los a los bercianos concluir que se debe tratar de osos holandeses en la canción. Los osos españoles no untan bocadillos. ¡Comen el menú del día!



viernes, 12 de abril de 2019

La caminata desde Ponferrada al embalse de Bárcena

Cuando vi esta mañana por la ventana como el sol matutino pintaba la nieve de los picos de los Montes Aquilianos naranjo, sabía que este sería un día estupendo. Me puse mis botas de andar y bajé la escalera. Automáticamente me dirigí en dirección de El Pajariel, cuando me acordé que mi estudiante de ayer, una chica de 17 añitos, me había dicho que iría hoy con su clase a El Pajariel para la asignatura de Geografía. Algo con piedras y tipos de suelos, había añadido con algo de repugnancia en su voz. La probabilidad que encontraría a este grupo era limitada, El Pajariel tiene muchos caminos y senderos, pero seguramente sería un momento incómodo para ella y para mi si de pronto apareciera allí con mis prismáticos y ropa de andar. Hoy día tengo que cuidar que no me toman por un viejo verde, que quiere encontrar a sus estudiantes afuera de las horas de clase. Decidí ir en la dirección contraria. Otro estudiante me había dicho que habían instalado una senda al lado este del río Sil, por lo cual es posible hacer una ruta circular hacia el Embalse de Bárcena.
Cerca de El Museo de la Energía en la orilla del río Sil había una señal con las dos sendas: la Senda de los Romeros al lado izquierdo y la Senda de Bas al otro lado. Empecé por la senda de los Romeros que ya conocía. Todavía era pronto por la mañana y el aire era fresquito. No había absolutamente nadie. En la mata oía de vez en cuando un animal huyendo. ¿Cuál sería? Cuando la senda bajó mas profundamente en el cañón del río, vi sobre el agua estancada como la brisa movía lentamente las briznas de niebla. En los árboles los arrendajos chillaban, de vez en cuando interrumpido por la risa burlona de un pito real.
Al final de la senda, subí hacia la presa, crucé el río y encontré la Senda de Bas, que claramente era construida recientemente. Sobre un arroyo había un pequeño puente hecho de madera y donde la senda era demasiado cerca de un precipicio había una barrera, a veces con el emblema de la senda. 
Me acerqué para leerlo. Senda de Bas, leí, y Bas van de Goor Foundation. 

Ahora lo entendí. Estos tres colores que utilizaban para marcar la senda era el rojo, blanco y azul de la bandera holandesa. En principio no me gustan nada banderas nacionales; ya hay suficientes últimamente, con todos los gritos patrióticos, tanto en España como en Holanda donde en los últimos elecciones provinciales un partido ultranacionalista obtuvo muchos votos. 
Pues bien, la fundación tiene un objetivo muy positivo: promover que gente con diabetes haga deporte y se mueva, con el ejemplo de Bas van de Goor mismo, el mejor jugador de volleyball que Holanda ha tenido. Ya hace dos años tuve una conversación con Petra, una de las fundadoras de Bas van de Goor Foundation, en la cual me explicó que iban a organizar rutas para diabéticos en España y ahora parece que han construido esta senda, en colaboración con médicos y voluntarios bercianos. Recomiendo hacer este recorrido, con bici, corriendo o andando. Pero una cosa, Petra y Bassie, para tener de veras una fiestita holandesa hace falta una crepería, allí en la orilla del embalse. Por lo demás, todo perfecto. ¡Muchas gracias por la senda estupenda!

miércoles, 3 de abril de 2019

El corzo que ladra

Esta mañana, cuando subí El Pajariel, otra vez me ocurrió la misma duda: ¿Todavía vivirían mis tres corzos? Antes del invierno los veía en mis caminatas matutinas casi siempre en el mismo lugar, allí donde mi favorito sendero empinado por un momento se pone más plano. No parecían muy ausustadizos. Pero cuando al fin huyeron, era maravilloso ver como corrían con tanta facilidad a lo largo de la pendiente.

El frío no les puede haber sido funesto. El invierno era corto y nada intenso. Ya a principios de febrero empezó la primavera. Un corzo con un poco de fibra habría sobrevivido. Pero El Pajariel está cerca de la ciudad. Se trata de naturaleza de uso. Allí siempre hay gente que camina, va con bicis, sube con motores, caza, sube la montaña con coche para consumir cervezas y hacer el amor con vistas sobre la ciudad nocturna, y, por desgracia, de vez en cuando hay algún loco que quiere poner el monte en llamas.

La última vez que podía haber visto a uno de mis corzos era aquella tarde tan bonita al finales de noviembre, justamente antes de la puesta del sol. Un estudiante había cancelado la clase, entonces aproveché para subir El Pajariel, por la hora tarde por el camino forestal. Me pasaban unos todoterrenos llenos de hombres barbudos con las miradas ásperas. Cazadores, sin duda. Cuando llegué arriba, vi que ya había varios vehículos aparcados alrededor del bosque de los pinos. Después, vi abajo un corzo entre los árboles. Hice un poco más ruido que normal y el animal huyó. ‘Qué todo te vaya bien, corzo,’ pensé.  

Hay una gran diferencia entre Holanda y España en el trato a la naturaleza en general y a los animales particularmente. Cuanto más urbana la sociedad, más sentimental con los animales. En Holanda, un país pequeño y muy poblado, casi nunca se ve cazadores. Se mata allí muchos animales, por supuesto, pero normalmente a escondidas, en el matadero. Un ejemplo del trato a la naturaleza en Holanda fueron los acontecimientos tragicómicos en el parque natural De Oostvaardersplassen. Es un gran pantano con muchos cañaverales con miles de gansos, garzas, espátulas, águilas pescadores y otras aves de agua, donde introdujeron ciervos y caballos y ponían una barrera alrededor del terreno. Además, se dejaba el parque en paz, no cazadores, no mantenimiento, para ver si era posible crear un trozo de naturaleza salvaje en aquel país tan urbano. (un trailer del documental maravilloso La Nueva Selva se puede ver AQUÍ ) La población de ciervos y caballos, por falta de depredadores, crecía tanto que los animales comían toda la vegetación y algunos morían de hambre. Había grandes manifestaciones contra la manera de manejar el parque natural y mucha gente ayudaba a los animales en el invierno con paquetes de comida. Algunos destrozaron la barrera, por lo cual unos ciervos escapaban y tenían que ser sacrificados porque formaban un peligro en la autovía al lado del parque natural. Ya se ha empezado a matar una parte de los animales, a pesar de las protestas. Había gente que proponía llevar los ciervos y caballos a países más vacíos como España, donde supuestamente podrían vivir en tranquilidad y paz.

Pues bien, mi caminata de esta mañana era muy especial. Siempre hay mucho para ver; la naturaleza nunca aburre. Hoy, de pronto había muchas pequeñas flores blancas al lado de mi favorito sendero empinado. Arriba, en el bosque de pinos, pensé oír a un pito negro. Cuando estaba allí un rato sin moverme para poder ver el ave, oí detrás de mi un sonido como ‘Prrrt’. Miré hacia atrás. Un corzo me miró y de pronto ladró. Por un momento pensé que me había reconocido y me saludó. O tal vez fuera una palabrota, por todas las veces que había perturbado la tranquilidad matutina de su familia, de la cual podría ser el único superviviente. El animal me daba la espalda y desapareció lentamente entre los pinos.

Pequeñas flores blancas en El Pajariel

viernes, 8 de marzo de 2019

¡Discriminación!

Ha tardado mucho pero ahora ha llegado el momento. Pertenezco a una minoría discriminada y excluida.

En Holanda a veces alardeaba de mi descendencia humilde. Por cierto, crecí en le barrio alrededor de la iglesia De Kolenkit en Amsterdam Oeste que en cierto momento fue declarado como uno de los barrios más problemáticos de Holanda. Pues bien, esto era después  de la temporada que viví allí como uno de los últimos representantes de la generación de baby boom que crecía en este barrio después de la secunda guerra mundial. Aunque no pertenecíamos a los más pobres de Holanda, éramos parte de la clase media baja.  Holanda era entonces ya un país próspero y una beca me permitía estudiar. Entonces, nunca pude utilizar mi descendencia humilde como explicación para mi no siempre tan exitosa carrera laboral, sobre todo cuando los descendentes de los inmigrantes marroquíes y turcos, que después venían a vivir en los barrios como el de mi juventud, encontraban problemas más serios que mi generación en el mundo educativo y laboral por atrasos de lengua, diferencias de cultura y discriminación.

Cuando venía a vivir en El Bierzo, ya casi hace diez años, pensé que tal vez pertenecería a una minoría excluida por ser un inmigrante, un extranjero que pronuncia el castellano con un fuerte acento de Amsterdam y sigue confundiendo las palabras femeninas y masculinas. Pero nada de esto; en general me recibieron muy amablemente. Como mucho consideraban mi acento gracioso o incluso encantador. Y muchos Bercianos estaban convencidos de que mi conocimiento de lenguas me daría oportunidades en el mercado laboral; al menos podría dar clases de inglés, alemán u holandés. Y así fue.

Pero ahora es oficial. Me discriminan. Es que cumplí en octubre 60 añitos. Aunque por las tardes doy clases particulares, todavía busco activamente un trabajo fijo en Ponferrada. Un vecino, guiri como yo, me habló de la posibilidad de trabajar como auxiliar de conversación para clases en inglés en escuelas secundarias. Por vía de la página web del ministerio de educación me inscribí.
Una funcionaria amable de la embajada española en Holanda, que parece tener la responsabilidad de la selección de auxiliares holandeses, me escribió un email en que me explicaba que no podría obtener el puesto por tener más de 60 años. La respondí que eso me extrañaba, porque todavía faltaban al menos 5 años hasta llegar a la jubilación y que eso me parecía un caso de discriminación por edad. Le pedí revisar la decisión.  No es una decisión personal, respondió, e hizo referencia a los requisitos que me enviaba como anexo. Respondí que entonces fue un caso de discriminación oficial y que iba a reclamar ante la inspección de trabajo o ante la UE. Unos días después recibí esta desestimación oficial.


Llamé al ministerio de educación en Madrid, pero allí me contestó una telefonista bastante menos amable que me explicó no era asunto del ministerio. Contesté que esto me parecía raro, porque claramente ponía el ministerio como remitente de la desestimación. La telefonista opinaba que hablara con un sesentón testarudo y se negó a pasarme con el funcionario responsable. Logró quitarme las ganas de reclamar la decisión. No me apetece nada luchar como un Don Quijote contra los molinos de viento burocráticos.

Pues bien, ahora sabéis, queridos ponferradinos, si me veis por la mañana en una terraza tomando un café con leche y leyendo el periódico, o si me veis disfrutando una caminata por El Pajariel escuchando los sonidos de los pájaros, no es que tenga tanto tiempo de ocio por falta de iniciativo o ambición. ¡Es que me discriminan!

De Kolenkit

domingo, 10 de febrero de 2019

¡No menciona la guerra!

En una de mis clases de conversación inglés mi estudiante me preguntó si había leído en El Mundo el artículo sobre la exposición de La Guerra de Ochenta Años en el Museo Nacional en Amsterdam. Cuando lo negé, continuó con: ‘Parece una exposición bastante controvertida con propaganda contra España; pues bien, cada país necesita sus mitos nacionales, ¿verdad?’ Sus palabras me asombraron. En diciembre había hablado sobre esta guerra, que estalló hace 450 años, en la radio Bierzo SER, dónde a veces me invitan para explicar mis opiniones de un guiri. Había recomendado una visita a la exposición, lo que era atrevido, lo admito, porque no la había visitado yo mismo. Por lo que había oído y leído (por ejemplo en ESTE artículo en El País) me parecía interesante tanto para los holandeses como para los españoles, porque se trataba de la sublevación en los Países Bajos contra el imperio de Felipe II. Además, había visto en el internet los documentales que acompañaban la exposición, en los cuales mostraban los diversos aspectos del conflicto y ponían los acontecimientos en un contexto histórico muy amplio.

Al día siguiente, mi estudiante me envió el enlace hacia el artículo en El Mundo. ‘La guerra de los 80 años y el mito fundacional de Holanda’, era el titular, y efectivamente, el artículo era muy negativo sobre la exposición, que sería parte de la Leyenda Negra que los españoles ya sufren por siglos. La autora del artículo era María Elvira Roca Barea. Escriba también a veces en El País y casi siempre sobre los mismos temas: todo el mundo está en contra de España por culpa de La Leyenda Negra, la inquisición no era tan represiva como la gente piensa y el colonialismo español era menos exclusivo que el de los otros países. Por ejemplo, cuando Puigdemont huyó a Bélgica escribió que este país (tan católico) sería uno de los corazones de la hipanofobia  (ya escribí sobre este artículo en mi entrada Noticias Falsas).
Con motivo de las protestas contra una estatua de Colón en los EE.UU. como símbolo del colonialismo de las Américas, escribió un artículo con el titular El indio Gerónimo hablaba español, en el cual dice, entre otras cosas, que las protestas eran fruto de ‘una maniobra de distracción WASP (blanco, anglosajón, protestante, por sus siglas en inglés).’
Por cierto, se trata de una historiadora con una misión, quien a veces exagera un poco en su noble tarea de contradecir la propaganda de la Leyenda Negra. Ya desde 1981 visito regularmente España y desde 2009 vivo en El Bierzo, pero en toda esta periodo nunca he notado que La Guerra de Ochenta Años o La Leyenda Negra desempeñaban un papel en las relaciones entre los holandeses y los españoles. Nunca pensé: no mencione la guerra. Pues bien, ahora que las identidades nacionales están de moda esta guerra se ha vuelto controvertida.

En la página web del Museo Nacional de Amsterdam encontré la dirección de correo electrónico del comisario de la exposición y le escribí para indicarle la existencia del artículo tan negativo. Para mi sorpresa respondió inmediatamente. Ya había leído la traducción en inglés y no entendió nada de la crítica tan feroz. La exposición tenía justamente la intención opuesta a la que la autora le acusaba. La idea era cambiar la imagen predispuesta de la guerra que todavía existía en Holanda y mostrar las diferentes perspectivas. Le aconsejé enviar una carta a El Mundo para contradecir las insinuaciones. No creo que lo haya hecho; tampoco en Holanda se hace mucho caso a las opiniones de este guiri y además, la exposición ya se terminó.

En mi opinión, la ciencia histórica debe estar basada en la voluntad de querer saber sin agenda nacionalista o ideológica. Sobre todo los errores y crímenes del propio país, pueblo, religión o ideología deben ser investigados y explicados. Desde luego había mucha propaganda protestante contra España y la iglesia católica, pero la inquisición era muy represiva y eficiente en eliminar todas las religiones no católicas de España. El colonialismo español no era tan cruel como la expansión violenta de los EE.UU., pero imponía con la fuerza de armas su religión, cultura y lengua a casi un continente entero. Y Holanda tiene que reconocer las páginas negras de su historia, como la trata de esclavos, el colonialismo, la guerra en Indonesia y, efectivamente, las atrocidades de las tropas protestantes en la Guerra de Ochenta Años. El Museo Nacional en Amsterdam va a programar exposiciones sobre la trata de esclavos en 2020 y después sobre el colonialismo holandés en África del Sur. ¡Ya las recomiendo!

P.S. Estoy muy de acuerdo con ESTE ARTÏCULO de Javier Moreno Luzón en El País de 16 de marzo de 2019.


domingo, 13 de enero de 2019

Las campanadas

Aún antes de servir el postre, encendieron la televisión. En la pantalla vimos, como tanta otra gente en España, la Puerta del Sol, donde una muchedumbre se había colocado alrededor de la torre con el carillón. Una presentadora mitad desnuda pretendía estar entusiasmada con el momento que estaba a punto de llegar. Todos teníamos una tacita con uvas en la mano. Ya había comida la mitad de las mías a escondidas. Es una costumbre un poco extraña, esto de comer una uva con cada toque de campanada. Y no sin peligro, sobre todo para los niños y los mayores. Pues bien, en comparación con Holanda es una manera de inaugurar el año nuevo muy segura, pacífica y barata. Allí, toda la gente sale a la calle con petardos y cohetes en los cuales algunos gastan cientos de euros. Cada año hay heridos, sobre todo con lesiones en los ojos y las manos. Prefiero las uvas, la verdad, aunque no creo que pueda ser una tradición muy antigua. Por cierto, no solía haber uvas en diciembre, ¿verdad? Pero no era el momento para una opinión de un guiri. Las campanadas ya sonaban. Muy fácilmente comí las seis uvas que me quedaban a cada dos campanadas. Misión cumplida. Esta vez podría intercambiar los besos de felicitación del año nuevo sin la boca llena de los restos de las uvas.

Era una buena idea elegir el restaurante La Central para celebrar el año nuevo. Mi mujer Ana ya había organizada aquí una fiesta de sorpresa para mi cumpleaños de sesenta en octubre. Entonces la cena había sido muy buena, pero ahora era aún mejor y, sobre todo, más: había muchos platos, con marisco, pescado y carne. En Holanda se come muchísimo durante las fiestas, pero en España, creo, todavía más. Es que aquí todo viene doble; hay menús festivos tanto para las comidas como para las cenas. Hay la cena de noche buena, la comida de Navidad, la cena de Navidad, la cena de noche vieja, la comida y la cena del año nuevo. Y después, cuando los holandeses ya todos están volviendo a la rutina normal, viene Tres Reyes, una fiesta que no se celebra en Holanda, con, desde luego, una cena el día antes y una comida y cena en el día mismo. No me extraña nada que comer menos y moverse más son los prepósitos del año nuevo más comunes.

Pues bien, para prepósitos ya no había llegado el momento, allí en el restaurante. Nos sirvieron el postre. Después nos regalaron sombreros de fiesta, cornetas de papel y guirnaldas. Globos flotaban por la sala. Ponían música de disco de los años setenta. Por un rato todos volvimos a ser pequeños niños en una fiesta.