domingo, 30 de junio de 2019

Una vuelta nostálgica con la bici por Ámsterdam

Domingo, el 9 de junio de 2019. Me despierto temprano en Ámsterdam. Ya hay tanta luz por las mañanas y sobre todo hoy, cuando el solito ya brilla. Hasta las tres de esta tarde no tengo compromisos. ¿Sabes qué? Voy a hacer una excursión con la bici. Una vuelta nostálgica por todos los sitios donde viví en Ámsterdam. Después puedo escribir sobre todo esto en mi blog. Porque hay una diferencia grande entre España y Holanda si se trata de cómo vive la gente. En España casi no hay viviendas sociales para alquilar. Mucha gente, también la que se considera nada próspera, compra una casa. Los hijos se quedan a vivir con los padres hasta que puedan pagar una hipoteca. Y si en España alquilan un piso, es casi siempre amueblado. En Holanda alquilar es muy normal. Nunca consideré comprar nada. Los holandeses alquilamos los pisos sin muebles, lo que significa que antes de mudar tenemos que pintar, empapelar y comprar cosas. El día de la mudanza solía ser un evento especial; con los amigos y la familia arreglar una furgoneta o a veces una bicicleta con caja, y una polea con maroma para izar las cosas hacia el piso. Y después cervezas y patatas fritas con mayonesa. ¡Qué recuerdos! Ya tengo ganas de la excusión y voy afuera donde mi fiel bici me espera.

La primera parada: Jacob van Arteveldestraat 7, tercer piso
.¡Cómo ha cambiado todo aquí! En los años cincuenta mis padres venían a vivir en este barrio en el oeste de la ciudad que entonces era completamente nuevo. Eran muy felices con su piso. En una habitación dormíamos los tres hijos, pero el alquiler era pagable y el entorno ideal para los niños con tantos parques. Sin embargo, se trataba de mala construcción, hecho con demasiada prisa para alojar a las familias que produjeron el babyboom después de la secunda guerra mundial. Ahora, despues de 60 años, ya han construido nuevos edificios. Allí arriba, más o menos, viví mi infancia y adolescencia.

La segunda parada: Planciusstraat 10, tercer piso
Aquí viví la primera mitad de los años 80 en un piso de una habitación. Pagué 80 florines al mes, lo que son unos 34 euros. Ahora los alquileres son más altos, pero todo el edificio fue renovado. Se trata de un monumento por ser unos de los primeros complejos de viviendas sociales del siglo 19.

La tercera parada: Houtmanstraat 13, primer piso
Se trata del mismo edificio que en el de la Planciusstraat, pero este portal tiene la entrada en esta calle tranquila. El piso era para mi familia de mi madre muy especial. Cuando mi abuelo se fue a la bancarrota en la crisis de los años 30, se veía forzado a vender su barco en el cual trabajaba y vivía la familia. Venían a Ámsterdam y se alojaron en este piso. Increíble que vivieron en este piso de dos habitaciones con toda la familia con cuatro hijos. Después de la muerte de mis abuelos mi tío Jaap se quedaba a vivir aquí y cuando él quería mudarse, arreglamos con la cooperartiva de las viviendas sociales que me podía mudarme a este piso, que era el doble de tamaño que el antieror. Pensaba que nunca iba a mudarme otra vez, pero una renovación del edificio grande me forzaba a buscar otro piso. Cuando tienes que mudarte por una renovación, tienes prioridad en las listas de espera, por lo cual ya encontré rápidamente algo.

La cuarta parada: Tuinstraat 142, segundo piso
La única decepción durante la mudanza era que tal vez se trataba de la única casa en el centro de Ámsterdam sin gancho para colgar la polea. Teníamos que subir todos los muebles por las escaleras. Aquí en De Jordaan, el barrio más emblemático de la ciudad, viví mis últimos años en Ámsterdam, desde 2005 hasta 2009, y el último año ya juntos con mi futura esposa. Después nos fuimos a Ponferrada, yo al principio por un año para probar que tal iba. Subalquilé mi piso por vía de la cooperativa por un año. Después me daban una prolongación de un año más, pero en 2011 tuve que decidir. Sin mucha duda elegí por Ponferrada. Desde entonces De Jordaan se volvió más turístico, aunque sigue siendo un barrio muy atractivo. Pero el número de viviendas sociales ha disminuido, temo. Me han dicho que cada vez es más difícil encontrar un piso en la ciudad. Es una lástima. ¡Vivan las viviendas sociales!

Tomo una foto de mi último piso y decido que ya es suficiente con tanta nostalgia. Es la hora de una caña en una terraza. Voy a mi bar de toda la vida, Scharrebier.