lunes, 2 de diciembre de 2019

Diez años Facebook y todavía no radicalizado

Cuando todavía vivía en el piso con mis padres en Ámsterdam, teníamos en cierto momento una computadora de ajedrez en casa. Mi padre se puso en frente del ordenador con las piezas blancas y abrió con una jugada que nos siempre había desaconsejado a los hijos. Le miré asombrado. ‘Con esta jugada inesperada confundo a la máquina,’ me explicó. Me parecía una teoría absurda. ‘No puedes confundir a un ordenador, solamente a personas,’ argumenté. Con una sonrisa orgullosa mi padre ganó su partida, lo que atribuí al nivel bajo del programa que solamente miraba una jugada adelante. 
Pero con los años cada vez más me parezco a mi padre. Hoy día yo también intento derrotar a los algoritmos con jugadas inesperadas.

Facebook me envió la semana pasada un video para celebrar que ya era diez años un miembro del club. El video era feísimo, con colores infantiles y figuras de lego que se movían entre unas de mis fotos que había publicado durante este periodo. No publiqué el video, por supuesta, pero todo me hacía reflexionar sobre el medio y reconsiderar mi afiliación. Es que hoy día Facebook es controvertido. Utiliza la matemática de alto nivel para estudiar tus preferencias y seleccionar los mensajes, anuncios y propaganda que ves, que siempre están confirmando las opiniones y prejuicios que ya tienes. Radicalización es un peligro real.

Al principio yo también me dejé llevar por mis opiniones y preferencias. Bloqueé inmediatamente a gente que compartían mensajes que para mi eran repugnantes o claramente falsos. Después tenía un periodo en el cual probaba corregir bulos obvios por vía de comentarios. A un amigo de Facebook que distribuyó una noticia que musulmanes en Holanda hacían imposible la celebración de la semana santa en las escuelas expliqué que en Holanda en todo caso casi nadie celebra la semana santa (AQUÍ). A otro amigo, que publicó una perorata populista que supuestamente venía de la mano de Arturo Pérez-Reverte, le apunté que no era exactamente escrito en el estilo de este novelista tan bueno. Esto después de haber verificado yo mismo si no de veras el texto tan desequilibrado era de su mano; nunca se sabe (AQUÍ). ¿Pero porque no lo hacemos siempre: verificar la fuente antes de compartir algo?

Ya dejé de hacer semejantes comentarios, porque no ganas nada de popularidad y, sobre todo, porque Facebook también los lee y los analiza. Hoy día leo los bulos y eslóganes más extraños sin ningún comentario. De sta manera echo un vistazo al mundo de los prójimos más radicalizados y confundo a los algoritmos. Que esta estrategia tiene éxito, comprobé cuando quería ver un resumen de un partido de Ajax en Youtube y primero me mostraban uno de estos anuncios terribles, supuestamente basado en mis preferencias. Un entrenador personal me explicaba en alemán como podía perder peso. ¡No tenían ningún idea quien estaba mirando! ¡El humano derrotó la máquina!

Mientras tanto sigo creyendo en cosas como democracia, consenso, deliberación, paso por paso mejorar el mundo y ‘quien mucho corre pronto para’.
Si, queridas lectoras y lectores. Estoy diez años en Facebook y todavía no me he radicalizado. ¡¡Esto merece un aplauso, me parece a mí!! 👏👏👏