martes, 22 de diciembre de 2020

El tiempo pasado de pepino

Faltan unos días para Navidad. Esta mañana Ponferrada está envuelta en la niebla, como suele ser el caso en esta época del año. Esta vez no iré muy lejos para las compras. La Plaza, el supermercado, aquí mismo en la calle. Allí tienen de todo y también un gran personal que te hará sentir como en casa. La cajera Eva me saluda en voz alta tan pronto como entro. ‘¡Hola Rolán!’ ‘¡Hola Eva!’, respondo, pronunciando la letra v con una f fuerte, para mantener mi imagen del guiri del barrio.

Me pongo los guantes y los desinfecto con el gel que cuelga de la pared. Después, me pongo las gafas que hoy en día no llevo afuera porque se empañan en combinación con la mascarilla, especialmente con este tiempo neblinoso. Con un carrito de compras pequeño camino hacia el departamento de las verduras. ‘Pepino holandés’, leo. 

¡Qué extraño! Nadie aquí los come, ¿verdad? ¿Fueron colocados aquí especialmente para mí? Leo el origen en la etiqueta. España. La verdad es que me gusta más el tipo de pepinos que comemos en Holanda que los pepinos secos del variante español. La ensalada de pepino que solíamos comer en la casa de mis padres, con cebolla picada y un poco de vinagre, aceite y pimienta, es deliciosa. Por motivos nostálgicos pongo el pepino en el carrito.

Una vez en casa decido buscar algo más de información sobre los pepinos holandeses del suelo español.  En Google las palabras pepinos holandeses me llevan a varios artículos sobre las protestas de los agricultores andaluces contra los bajos precios de, entre otras productos, los pepinos holandeses cultivados en España. Una foto muestra a los agricultores furiosos que arrojan los pepinos a la calle.

Una de las causas de los bajos precios son los invernaderos ultramodernos de los Países Bajos. Hoy día, allí se producen pepinos durante todo el año, contra lo cual los agricultores andaluces, con sus invernaderos menos sofisticados de plástico, no pueden competir. Las exportaciones hacia los Países Bajos y Alemania se han estancado. Esto, por supuesto, explica por qué los pepinos aparecen de repente en un supermercado del barrio en Ponferrada.

Lentamente se me ocurre por qué puede haber aparecido el artículo tan extenso en El País titulado: 'Los Países Bajos: hacia el liderazgo y la difusión mundial de la agricultura circular', que es sobre todo un elogio de los métodos de producción agrícola en los invernaderos holandeses , donde se están llevando a cabo una agricultura completamente circular. (AQUÍ se puede leer el artículo)



Encima del artículo estaba escrito: Publicidad. ¿Será que el gobierno holandés financia una campaña para dar a conocer esta iniciativa en España? ¿Y por qué será eso? ¿Quizás para pulir la imagen de Holanda, que ya ha recibido bastantes mordiscos en los últimos años y ahora sufre de las protestas de los agricultores contra los productores holandeses? Pero en este caso no deberían usar la palabra liderazgo, que no muestra mucha modestia.

Decido buscar en google el escritor español del artículo publicitario. Lo encuentro en Facebook y le hago esta pregunta a través del chat: ‘¿Por qué el gobierno holandés quiere que los lectores de El País sepan que Holanda jugará un papel de liderazgo en la innovación de la agricultura?’ Para mi sorpresa, responde casi de inmediato. ‘Se trata de un ejemplo de cómo se pueden hacer cosas bien hechas en esta materia y colaborar entre países. Ese es el objetivo.’ Todavía sin saber mucho, le agradezco por su rápida respuesta. Entro en la cocina y empiezo a preparar una ensalada de pepino holandés. Justo como antes. Y no puedo evitar pensar en aquel divertido acertijo de mi infancia: ¿Cuál es el tiempo pasado de pepino? ¡Pues, pepiné!*


*En holandés el juego de palabras es diferente, desde luego. La palabra para pepino es komkommer, que se parece al verbo komen (venir). El tiempo pasado de komkommer (vengovenedor), es kwamkwammer, vinovinodor. Vale, se pierde algo en la traducción.


domingo, 29 de noviembre de 2020

Todo va tan rápido

Hoy en día mucha gente parece ser adicta a su móvil. Yo mismo puedo decir que lo uso con moderación; sólo como un teléfono, remitente y receptor de textos, agenda, calendario, libreta de notas, despertador, reloj, cámara de fotos, cámara de película, grabadora, periódico, mapa de carreteras, diccionario, enciclopedia, pantalla de vídeo, radio, archivo de documentos, álbum de fotos, linterna, espejo, afinador para mi guitarra, dinero digital, identificador del canto de los pájaros, mapa de la ciudad, mapa de montaña, covid-radar, escáner de menús y calculadora.

Durante los primeros 45 años de mi vida, solamente tenía un teléfono fijo normal. Siempre tenía una agenda de bolsillo conmigo, donde guardé todas mis citas y números de teléfono en caso de que quisiera llamar a alguien en el trabajo o en un pub. No fue hasta que ya no era posible explicar a mis estudiantes por qué no llamaba cuando iba a llegar tarde a la escuela debido a un retraso del  tren, que decidí comprar el teléfono móvil, en aquel momento sólo adecuado para llamar y enviar mensajes de texto. Ya tenía un ordenador en ese momento. A finales de la década de 1990 no pude evitar tenerlo. Y ahora, la forma de comunicarnos, trabajar y relajarnos ha cambiado para siempre por los medios sociales. 

A veces me pregunto si para mi generación los cambios sociales y tecnológicos habían sido mayores que para la generación de mis padres. En las décadas posteriores a esos miserables años de guerra la sociedad se desarrollaba rápidamente. En nuestra familia de posguerra en este barrio nuevo en el oeste de Amsterdam hicieron su entrada la televisión, la estufa de gas, la nevera y la lavadora. La calles se llenaban de coches, la gente viajaba cada vez más al extranjero, más tarde también en avión. La manera de vivir y pensar cambiaba; hubo la revolución sexual, así como la emancipación de las mujeres y, por supuesto, la creciente laicización y la protección del estado de bienestar. Amsterdam se volvió multicultural rápidamente. Al final de sus vidas, mis padres se mudaron a esa ciudad completamente nueva llamada Almère, construida donde antes había el mar por el cual mi abuelo había navegado con su barco de velas. A veces mi madre decía, moviendo la cabeza, "Creo que el mundo entero se ha vuelto loco estos días". Esto en sí mismo fue sorprendente, porque si hubo un período en el cual el mundo entero, o al menos Europa, parecía haberse vuelto loco, fue en su juventud en los años 1930 y 1940.

Ahora hay otra ola de cambio en el camino, acelerado por el virus. Antes de abril daba casi todas mis clases de idiomas aquí en Ponferrada a los estudiantes que estaban físicamente presentes, pero ahora me he convertido en un cien por ciento online profesor de idiomas, y esto a mi edad. Creo que después de este período difícil nuestra sociedad habrá cambiado estructuralmente. Trabajaremos más desde casa, haremos aún más contacto a través de la pantalla, tal vez viajaremos menos, y daremos menos besos a desconocidos a los que te presentan (aunque este último es principalmente una cosita española). Pronto se llevará a cabo un experimento importante. Las Fiestas online con la familia. Empezamos con Sinterklaas (San Nicolás), la fiesta holandesa de 5 de ciciembre con los regalos para los niños y regalitos con poemas para los mayores. Los paquetes serán entregados por las empresas de pedidos por correo. Los poemas los leeremos por Zoom. Sinterklaas mismo, que vive en Madrid según la tradición, se puede quedar en su palacio.  

Un poema adecuado que describe los sentimientos que podemos tener frente a los cambios, ya cantábamos con el grupo de música ‘t Weiland (El Pasto) en los años ochenta. Escúchalo haciendo click en la foto. Tiene subtítulos en castellano. 



domingo, 25 de octubre de 2020

Horario de invierno

Es el sábado 24 de octubre de 2020. Otoño. Pero todavía no hace mucho frío. Sin embargo, todos los colores han cambiado. Los chopos al lado del río son amarillos, las hojas de los viñedos son de color amarillo ocre y de rojo oscuro. Hay castañas en el suelo. A veces una se cae con mucho ruido a través de las ramas y las hojas, por suerte no en mi calva. La vista es maravillosa desde aquí.

Esta noche comenzará oficialmente el horario de invierno. Cerramos otro periodo. Un periodo especial. Un verano sin viajes largos. Una visita a los Países Bajos no era una opción. ¿Lo he echado de menos? ¡Desde luego! Pero la vida en España es bonita, ¿no? ¡Desde luego!. Un emigrante siempre tiene la doble personalidad. Se siente en casa en dos países. Miro otra vez desde esta ladera a través del vasto valle berciano hacia las altas cordilleras que rodean El Bierzo. Eso no hay en Holanda. Pero a veces echo de menos las interminables tierras bajas. Los amigos. La familia. Mi idioma. Mi club de fútbol. Tocar con los chicos de mi grupo de música Flanders Fields. Pedalear por Ámsterdam.

Quizás esta sea la última vez que haya que cambiar el reloj. La utilidad parece limitada. Y luego, por supuesto, viene la discusión: ¿vamos a vivir en el horario de verano o de invierno a partir de ahora? Aquí en España hay gente que quiere poner el reloj en marcha con Portugal y Gran Bretaña. Creen que ahora están en la zona horaria equivocada.El reloj biológico está, por tanto, confundido y eso explicaría porqué aquí cenamos tan tarde y también nos acostamos tan tarde. Sinceramente, no creo nada de eso. No noto una gran diferencia entre España y los Países Bajos en cuanto a mi reloj biológico. En ambos países está oscuro cuando me voy a dormir y me levanto con la luz del día en verano y a oscuras en invierno. Una vez, mientras estaba de viaje en Alemania, me despertó la luz del amanecer a las cuatro de la mañana y se me ocurrió que podría ser Alemania el país que se encuentra en la zona horaria incorrecta.

La cena tan tarde en España tiene que ver, creo,  con el horario diario español, especialmente la comida principal muy elaborada entre las dos y las tres de la tarde. Por eso, desde luego no tenemos hambre a las siete. Entonces la cena llega tarde también. Y hay más diferencias. Mientras mis amigos holandeses con niños preparan sándwiches temprano en la mañana para llevar a la escuela y cenan con toda la familia por la noche, en España la comida principal generalmente se ofrece en la escuela. Y esa no siempre es buena. Hay muchas quejas al respecto. Pero quizás no debería ser la tarea de una escuela proporcionar la comida principal.

Por cierto, no necesariamente quiero deshacerme del ritmo español yo mismo. Sobre todo no, los domingos. Mañana tendremos una extensa comida a las dos y media como parte de las Jornadas Gastronómicas de El Bierzo. Muchos restaurantes ofrecen en octubre y noviembre menús que incluyen productos regionales como las castañas, el vino de la tierra, los pimientos, las cerezas, las manzanas reinetas, las peras conferencia o, por supuesto, el botillo. Después tendremos toda la tarde lluviosa para digerir la comida, lo que es una ventaja.

Este sábado el tiempo sigue siendo agradable, aunque las nubes amenazantes ya se están acumulando encima de las montañas. La vista es realmente hermosa desde  aquí. Pero tengo que ir a casa. Ya es la una y media. Casi la hora de comer.


sábado, 26 de septiembre de 2020

Don’t belive nothing

 Leí el eslogan Todo es mentira una vez en un viaducto cuando en mi función de copiloto había dejado que mis ojos se perdieron por el paisaje. Me parecía una variante de las paradojas clásicas como Todos los cretenses son unos mentirosos del filósofo cretense Epiménides o Esta oración es falsa. Guardé el eslogan en mi memoria para utilizarlo en Una Opinión de un Guiri en lo cual escribiría sobre las teorías de conspiración que ya entonces circulaban. Al final no lo hice. La mayoría de estas teorías eran bastante absurdas y no fueron compartidas en mi entorno directo.

Pero hace poco, durante un paseo corto por Ponferrada con mi mujer, todo en el marco de la corona crisis, pues con mascarillas y evitando tanto como posible otros paseantes, vimos este graffiti:

Porque llevo la docencia en mi sangre, mi primera reacción era corregir las faltas, pero no tuve un rotulador. Con mi móvil hice una foto para dedicar esta vez una Opinión a este eslogan, porque los tiempos han cambiado. Ahora hay una pandemia, por la cual alguna gente puede sostener las cosas más absurdas, por ejemplo sobre Bill Gates o antenas de 5G. No tengo, que sepa, alguien en mi entorno real o virtual que comparta estas teorías, pero sí hay los que niegan o trivializan los problemas. En sí mismo esto ya es raro, porque nadie puede negar los problemas que habían en los hospitales de ciudades como Madrid y Breda, en el sur de Holanda. 

No es fácil reducir los escépticos al mismo denominador. A primera vista mis vecinos de la extrema derecha no tienen mucho en común con anarquistas de Ámsterdam, anti-vacunistas bercianos o ultra-hedonistas de mis dos países. Lo que les une es un alto grado de certeza que la ciencia, los medios de comunicación y las autoridades mienten. ¡Todo es mentira! Que la ciencia no siempre ofrece certeza, parece fortalecer a los escépticos en sus creencias. La discusión sobre las mascarillas es una ilustración de esta incertidumbre. Nadie sabe exactamente cuánto sentido tiene llevarlas. En Holanda casi nadie las lleva en la calle, mientras en Ponferrada no se me ocurriría salir sin tapar la boca y la nariz. Lee este anuncio que colgaron en nuestro portal, dirigido a los vecinos que no toman las medidas en serio.

Por cierto, no tengo nada contra cuestionar las ideas. Solamente por reconocer que nuestro conocimiento es limitado la comprensión puede avanzar. En este sentido es justamente la tan criticada ciencia que no cree en nada, pero solamente asume que algo puede ser verdad hasta que el contrario está probado. Son los escépticos quienes con tanta certeza siguen creer en su propia razón, aunque los hospitales ya empiezan otra vez a llenarse con pacientes de COVID-19.

En esta pandemia, con todos los problemas e inseguridad que provoca, tengo también un sentimiento positivo que me gustaría compartir. Hace un año nunca hubiera pensado que tanta gente y tantos países estuvieran dispuestos a aceptar tantas pérdidas económicas para salvar vidas. La vida es más importante que el dinero. Probaré a guardar este sentimiento positivo, porque el virus se va a quedar con nosotros un tiempo más.


domingo, 30 de agosto de 2020

Un hogar de Jan Steen

No tengo pruebas estadísticas. Quizás mi presunción está basada en una cantidad de observaciones demasiado pequeña. Una muestra debe ser suficientemente grande, solía explicar a mis estudiantes de estadísticas empresariales en Holanda. Y también estoy comparando dos entidades muy diferentes: una ciudad mediana en una región en el noroeste de España y la capital de Holanda. Además me basa en mis contactos personales, lo que no se puede llamar una muestra representativa. Puede ser que conozco sobre todo españoles ordenados, hasta un poco pijos, y holandeses que son estudiantiles o de la cultura popular. Tampoco puedo descartar que mis prejuicios desempeñaban un papel. Pero tengo la impresión que los españoles tienen los hogares más ordenados que los holandeses.

¿Por qué pienso esto? Pues, durante mis primeros años de mi permanencia en Ponferrada daba clases de inglés a domicilio, por lo cual visité bastantes hogares. A veces se trataba de solteros, a veces de familias con uno o más niños de una pareja o una sola persona. Lo que me llamaba la atención era que muchos, no todos, llevaban un hogar absolutamente perfecto. Todo estaba exactamente en su sitio. Ni un rastro de polvo se veía. Sería posible comer en el suelo. A veces casi no me atrevía entrar en la casa, tan limpio era todo. Cuando por fin estaba sentado en la mesa tenía miedo de moverme y destrozar el orden absoluto que reinaba en la casa. 

No es que yo mismo soy en mis tareas caseras muy representativo para los holandeses. Mi hogar de soltero en Amsterdam tenía, como decirlo, una cierta reputación. La verdad es que solamente limpiaba cuando había la amenaza de una visita de familia. Esta situación duró hasta que empecé a tener relaciones con mi hoy esposa. Ya había visto su vivienda en Ponferrada cuando venía a quedarse por unos días en mi casa y algo me decía que no compartía todas mis teorías del hogar como: el polvo aumenta la resistencia física y la ducha se mantiene limpia a sí misma. El día antes de su llegada pasé no menos que dos horas enteras limpiando, la ducha sobre todo, que no había hecho mucho caso a mi teoría. 

Pero también si miro a los hogares de mis amigos o familia de Amsterdam veo una diferencia notable con los de Ponferrada. Allí siempre hay periódicos sobre el sofá, las sillas están en desorden, si tienen hijos hay juguetes que cubren todo el suelo, a veces hay una botella de vino medio vacía y unos platos sucios sobre la mesa. Aquí en Ponferrada lo veo mucho menos. Las mesas siempre están recogidas y limpias, muchas veces con unas revistas o libros elegidos con cuidado, preferiblemente sobre diseño y arquitectura de interiores, y hasta las habitaciones de los niños parecen a las de las fotos de estas revistas.

¿Y dónde me siento más cómodo yo mismo, ahora que ya vivo más de once años en Ponferrada? Lo siento, Bercianos, pero hay una teoría mía que todavía vale para mi: una casa no muy recogida es una casa acogedora. No hace falta que sea un hogar de Jan Steen*, como se dice en Holanda. Pero os ruego que cuando venga de visita, que al menos dejáis algunos periódicos sueltos en el sofá o en la mesa del salón, al lado de una taza sucia de café y un platillo con unas migas. Lo agradecería mucho. Y yo, cuando venís de visita a nuestra casa, efectivamente quitaré el polvo y pondré unas revistas con fotos de hogares ideales sobre la mesa del salón.

 *Jan Steen: pintor del siglo 17, famoso por sus hogares desordenados.



sábado, 1 de agosto de 2020

La mujer dormida

A pesar del artículo masculino siempre he asociado El Bierzo con una mujer. Que no, esto no es solamente porque mi mujer es una Berciana de pura cepa.

La asociación con una mujer tiene todo que ver con la forma de la sierra en el sur de la comarca. Durante uno de nuestros primeros recorridos con coche entre su pueblo natal Bembibre y Ponferrada mi mujer me lo indicó, como su padre se la había indicado tantas veces cuando era una niña. En las siluetas de la montaña se puede reconocer una mujer dormida. Al principio me costaba, pero una vez que lo vi tenía que mirarla cada vez que conducíamos allí: las melenas largas estiradas hacia atrás, una manta que llega hasta sus pechos y cubre la barriquita, las piernas y sus pies. 


Desde luego fui a visitarla varias veces, allí en la montaña. Desde cerca resulta que la mujer dormida consiste en rocas ásperas y en pendientes inaccesibles, cubiertas de arbustos espinosos. La Guiana se llama la montaña que forma sus pies, sus pechos son las rocas de Las Peñas de Ferradillo, su cara es Las  Peñas de Voces y sus melenas caídas hacia atrás es una cresta que casi llega hasta Las Médulas. 

Pero hace unos meses, cuando volvimos desde Galicia a casa, vimos a la mujer desde otro ángulo y nos dio un susto. Parecía haberse movido sobre su costado. Con los ojos inexpresivos miraba fijamente hacia el valle de El Bierzo. La verdad es que parecía mas bien agonizante que dormida.


 
Mientras una mujer dormida puede ser una idea tranquilizadora, sobre todo para un guiri que ya se pone un poco mayor, será mala noticia si el símbolo de El Bierzo es una moribunda. La verdad es que económicamente y demográficamente este es el caso. Pertenecemos a La España Vacía. La agricultura no genera mucho empleo, en la ausencia del mar no hay el turismo de masas y las minas de carbón se cerraban. 

Tal vez fuera justamente la minería que tanto ha agotado a la mujer dormida. El Bierzo daba a luz al oro para las monedas romanas, a la pizarra para los techos de las casas, y al carbón para la industrialización y las centrales térmicas. Después de estos partos tan duros quedaban cicatrices y a veces desapareció gran parte de la montaña. Las Médulas, donde los romanos arrastraban un monte para obtener oro, es ahora uno de los más importantes monumentos de la región. Esperamos que todos los pozos y las escombreras de carbón una vez puedan ser utilizados para objetivos educativos y turísticos.  

Hay tantas otras posibilidades en esta comarca. La naturaleza es abundante y llena de animales, de los cuales algunos son muy emblemáticos, como los lobos y los osos. El casco histórico de Ponferrada y los pueblos antiguos tienen potencial turístico, aunque en este momento hay mucha decadencia. La tierra en el valle es fértil y hay mucha voluntad y conocimiento para producir productos de calidad. La mujer dormida merece ser despertada con un beso o, si necesario, ser reanimada. Si prometemos que esta vez no vamos a dejar tantos cicatrices, se despertará.

Mi videoclip sobre esta tema se puede escuchar AQUI


lunes, 22 de junio de 2020

¡Me gustó!

Ya ha llegado el calor del verano. Estamos cenando en nuestra terraza cuando mi mujer me pregunta:
'¿Cuál fue tu experiencia de vacaciones más especial de tu vida?'
Mientras pienso en la respuesta, miro hacia el cielo rojizo encima de la montaña. El mirlo abajo se despida de este día otra vez tan bonito con una canción llena de melancolía. Todavía no seguro de mi respuesta, tomo un sorbito del vino berciano. La verdad es que este momento mismo entra en consideración, pero no estoy de vacaciones. Vivo aquí.
'Creo que fue el viaje con tren desde Barcelona a Vigo en 1983.'
'¡Pero eso fue sin mí!'
Lo dice con indignación simulada.
'Era sin ti, pero con rumbo a ti. Unos días después nos encontramos por la primera vez en aquel camping en la costa atlántica.'

¿Qué hacía que este viaje con tren era una experiencia inolvidable? Hacíamos interrail, mi amigo Wybe y yo. Cuando nuestros amigos catalanes nos dijeron que había una fiesta grande en Pamplona y que teníamos que visitar Galicia, no dudamos mucho y cogimos el tren nocturno de Barcelona a Pamplona. Era un momento memorable cuando salimos con nuestras mochilas de la estación de Pamplona y entramos en una multitud festiva. Resistimos la fiesta durante cuatro días. Después decidimos que, por razones de salud, sería mejor cambiar el festejo en honor de San Fermín por la tranquilidad de la costa gallega.

El tren hacia Vigo estaba bastante lleno y no teníamos asientos reservados. Pero el revisor tenía una solución. En cada estación salía y subía gente, por lo cual siempre pudimos sentarnos, aunque sea cada vez en otro asiento. Era maravilloso. La mayoría de las veces no nos sentamos juntos, por lo cual teníamos que conversar con las pocas palabras españolas que sabíamos con los pasajeros que estaban al lado o enfrente de nosotros. Era gente de todas las regiones del norte de España. Gradualmente nosotros mismos nos convertimos en una atracción turística. En cada estación había alguien que dijo: ´¡A ver dónde los chicos se van a sentar ahora!’ Durante este viaje tomé tres decisiones importantes. Iba a aprender hablar castellano. España sería en el futuro mi destino de vacaciones preferido. Y la próxima vez tendría que traer más camisetas limpias.

'¿Después hiciste este viaje varias veces más, verdad?'
'Cierto. Pero nunca más era tan especial, quizás porque reservaba mi asiento. Y los tiempos cambiaban. Yo me volvía más maduro y también en el norte de España un guiri era cada vez más un fenómeno normal. Pero aquella vez cuando mi castellano torpe causó un malentendido vergonzoso nunca voy a olvidar.'
'¡Cuéntamelo!'

Era uno años después, cuando viajaba solo. Tomé el tren nocturno de Barcelona a Ponferrada. Cuando entré en el compartimiento había un chico, más o menos de mi edad. Intentamos una conversación. Cuando sabía que era holandés, me dijo que había estado en Ámsterdam. Moví mi cabeza entusiasmado y pensé por un momento como podría preguntarle si le había gustado la ciudad. Un problema para guiris de la gramática española es el verbo gustarse, porque lo que te gusta es el sujeto de la frase, como en: me gustan las patatas. Vale, en el tiempo presente ya manejaba bastante bien esta construcción, lo que no era exactamente el caso en el tiempo pasado. Pues, miré al chico y pregunté:
'¿Te gusto?'
Se ponía un poco nervioso, parecía, y dijo que no me entendía bien, por lo cual repetí varias veces la pregunta hablando tan lentamente y claramente como posible:
'¿T e  g u s t o?’
Era entonces cuando el tren paró en una estación y entró, para alivio del chico, otro pasajero. Más tarde aprendí que mi pregunta solamente tenía un error en el énfasis. ‘¿Te gustó?’ hubiera sido perfecto. Pues bien, aparentemente no le gusté demasiado.

Ana ríe con ganas de mi anécdota. Mientras tanto la noche ha hecho su aparición. El silencio es beneficioso. Echamos por la última vez el vino en nuestras copas y brindamos por todos los viajes que hicimos y por todos los viajes que, según esperamos, vamos a hacer después de la coronacrisis.

Foto: Ana Fernández

martes, 5 de mayo de 2020

La conmemoración de los muertos

Hoy es el cuatro de mayo. Todavía no he decidido lo que voy a hacer esta tarde a las ocho. Dos tradiciones chocan. Como suele pasar en la vida de un inmigrante.

¿Aplaudiré en la terraza? Lo estamos haciendo cada tarde durante las últimas siete semanas. Ya es una tradición. Es mostrar gratitud a toda la gente que sigue trabajando en estos tiempos revueltos. Pero también es un ritual para estar juntos con los vecinos. Nos saludamos con la mano y a veces tenemos cortas conversaciones encima de los aplausos y la música amplificada de las canciones de esta crisis: Resistiré, I will survive e Y Viva España. Desde hace poco podemos salir un poco más, pero esta tradición se mantiene unas semanas más, creo.

¿O voy a respetar los dos minutos de silencio? Es algo que ya he hecho toda mi vida. El cuatro de mayo a las ocho hay en Los Países Bajos dos minutos de silencio para conmemorar los caídos de la segunda guerra mundial, seguido el 5 de mayo por el día de la liberación. Algunas veces fui a las conmemoraciones oficiales. En la Plaza Dam en Amsterdam, por ejemplo. Es impresionante cuando una multitud de personas mantiene un silencio absoluto. De pronto se oye en medio de la ciudad a los mirlos cantar. También fui de vez en cuando a la conmemoración de mi barrio, De Jordaan, en un sitio donde fue proclamada la huelga de los trenes en 1941 contra las deportaciones. Allí las conmemoraciones solían ser más íntimas pero al menos tan emotivas. La mayoría de las veces conmemoré con unos minutos de silencio en casa o en el lugar donde por casualidad estuviera. Este año la Plaza Dam estará casi vacía; la conmemoración será sobre todo virtual. Espero que la tradición de dos minutos de silencio se mantenga, aunque la generación que vivía durante la guerra está desapareciendo, y también la segunda generación, a la cual pertenezco, ya se pone bastante mayor.

Muchas veces me había preguntado porque en España nunca se celebra una conmemoración de los caídos de la Guerra Civil. Pero desde que vivo aquí, conozco la respuesta. Una conmemoración de la guerra civil sería imposible, porque inmediatamente habría discusiones, reproches y acusaciones entre los de la izquierda y los de la derecha. En este sentido la guerra nunca fue superada. Hasta en las sesiones en el Congreso sobre la coronacrisis la guerra civil desempeña un papel importante.

La crispación ya era visible en las conmemoraciones separadas para las víctimas del atentado de 11-M. Y transcurrió mucho tiempo hasta que el estado español tomó una medida contra el monumento del franquismo en El Valle de los Caídos. Había muchas protestas desde el lado de la derecha. Para un guiri esto es increíble. No se puede imaginar a Merkel defendiendo un monumento para Hitler, por ejemplo. En mi opinión tendría que haber sido el gobierno de Rajoy que quitara la tumba de Franco de El Valle de los Caídos. Así Rajoy hubiera mostrado que el PP es un partido conservador que ya no tiene nada que ver con el franquismo y hubiera evitado protestas tanto de la derecha como de la izquierda. Pero todavía no era el momento adecuado.

En esta crisis la falta de unidad es más embarazosa que nunca. En la mayoría de los países casi todos los partidos apoyan las medidas de su gobierno. Aquí nada de eso. Muchos políticos parecen pensar que la coronacrisis es una campaña electoral.

Mientras tanto ya casi son las ocho.¿Sabes qué? A las ocho voy a la terraza para mis dos minutos de silencio. Después aplaudiré como un loco para compensar. En el punto medio, eso es donde quiero estar.

Plaza Dam, 4 de mayo 2020 

jueves, 30 de abril de 2020

Amanecer

El canto del mirlo me despierta. ¿Esto ya ocurría de vez en cuando antes del confinamiento? No lo creo. No se le ocurriría a la pareja de mirlos nidificar abajo en la calle. Había demasiada gente que iba desde muy pronto por la mañana hasta muy tarde en la noche a sus obligaciones y sus diversiones, la mayoría de las cuales ahora oficialmente son declaradas no esenciales. También es posible que los mirlos ya siempre criaban allí abajo, pero que los sonidos matinales de los vecinos con obligaciones tempranas cubría el canto del mirlo macho.

‘Tengo que evitar que voy a apreciar el confinamiento demasiado,’ pienso, mientras pongo el café en la máquina. Por la ventana de la cocina veo como el amanecer poco a poco devuelve a la montaña sus colores. Ahora debe ser maravilloso allí arriba. Un ligero resplandor morado revela que en los Montes Aquilianos el brezo ya lleva flor. Y en El Pajariel los animales deben celebrar una fiesta, así sin gente. De pronto suena el despertador de mi móvil. Con un cierto orgullo que esta vez derroté a la máquina, lo apago. El silencio puede ser tan hermoso. Abajo, el mirlo tiene otra opinión.

En lo que queda del día dependo de los aparatos modernos. Esta mañana tengo una clase temprana por Skype. Durante las últimos siete semanas solamente he trabajado online y la verdad es que también este aspecto de la coronacrisis me gusta bastante. Casi cada mañana doy clase a un chino que vive en La Haya y tiene que hacer un examen de integración, que sobre todo se trata de la lengua neerlandesa. A menudo termino la clase preguntándole que va a hacer este día. ‘Voy a correr en el parque,’ siempre contesta. No estoy seguro si es verdad o si lo dice porque sabe que esta frase no contiene ningún error. En todo caso me da cierta envidia. Aquí correr o dar un paseo todavía está prohibido. Pero hoy le voy a contestar: ‘Quizás voy a hacer lo mismo el sábado.’ Será casi extraño poder caminar sin bolsa de compras en la mano.

Mientras tanto, Ana también se ha despertado. ‘¿Todavía hay café?’, me pregunta con cara de sueño. Sin decir nada echo el café en su tasa. Ana también tiene que trabajar desde casa. Tenemos días agradables juntos, cada uno con sus tareas, pero con suficiente tiempo para un cafetín y una charla, lo que a veces resulta en cosas bonitas. El ligero aburrimiento del confinamiento estimula la creatividad. Cada sábado gastamos bastante tiempo en elegir la música para nuestra Zoom Fiesta para bailar con los amigos, para verlos y para mover el culo. Y participamos en Lecturas desde el confinamiento, el iniciativo estupendo de nuestro vecino Vecino (efectivamente su apellido es así) y grabábamos una lectura de un fragmento de La Cándida Eréndira de García Márquez (aquí). Para la página de Facebook de Camino Artivista grabamos un poema de García Lorca con música de guitara: Pequeño vals vienés (aquí). Y espero que los vecinos me perdonen las canciones que grababa en la terraza, como No me aburro. Una cosa, vecinos, si a veces suena como si canto un poco fuera de tono, eso es porque este mirlo abajo chilla todo el tiempo y las campanas tampoco están afinadas.

¿Cómo será la vida cuando se acaba todo esto? ¿La gente irán a las oficinas en vez de trabajar desde casa? ¿Continuaremos nosotros mismos con nuestros pequeños proyectos creativos sin pretensiones? ¿Seguirá Ponferrada siendo tan tranquila y limpia? ¿Volverá el mirlo cada año para cantar? Mientras desayunamos, estas son las cuestiones de las cuales hablamos.


domingo, 29 de marzo de 2020

Wopke

Otra vez un ministro de hacienda de los Países Bajos hizo la vida de un guiri neerlandés más dificil con un comentario tonto en un momento delicado. Esta vez el ministro se llama Wopke Hoekstra (se pronuncia como hukstra). Ahora, que en la UE todos los países tienen que ponerse de acuerdo sobre un paquete de medidas para suavizar los efectos de la crisis económica, que sin ninguna duda nos espera, Wopke lo consideraba necesario decir que la Comisión de la UE tenía que hacer un informe sobre las razones por las cuales algunos países han construido reservas financieras (como los Países Bajos y Alemania) y otros no (como Italia y España).  No era exactamente el momento adecuado para abrir esta discusión, ahora que muchos países han paralizado su economía completamente y se necesita unos estímulos fiscales de la economía inmediatamente, por ejemplo financiados por eurobonos  (que son bonos emitidos por la UE para evitar especulación contra los bonos de algunos países como ocurrió en la última crisis). Quizás el comentario de Wopke estaba dirigido sobre todo al consumo en los Países Bajos, donde los partidos de la derecha del gobierno neerlandés (él es de los demócratas cristianos) sienten el aliento de los populistas en la nuca, pero para llegar a un acuerdo europeo era muy contraproducente. Vale, si sirve para algo será para disminuir la crispación política en España porque ahora hay un enemigo en común.

A mí me parecen los ‘coronabonos’ una necesitad en el corto plazo porque algunos países, Italia y España sobre todo, necesitan una manera de financiar sus gastos para salvar sus sistemas sanitarios y económicas, sin tener que pagar una tasa de interés alta. Por cierto, también en el largo plazo estoy en favor de los eurobonos como manera de financiar los déficits públicos de los estados europeos, aunque sobre este tema sí tenemos primero que hacer una investigación sobre las consecuencias. Y efectivamente, en el largo plazo tenemos que averiguar porque algunos estados europeos tienen más reservas financieras que otros, o sea, porque hay tantas diferencias en niveles de desempleo, déficits públicos  y productividad entre el norte y el sur de la UE. Es una cuestión importantísima para mañana, pero para hoy, lo primero que tenemos que hacer es buscar una manera de salir de la crisis todos juntos. Ya.


lunes, 23 de marzo de 2020

Amor en tiempos de covid-19

Nosotros también lo hacemos. Cada tarde a las 8 vamos a nuestra terraza para aplaudir. Una vez cantamos la canción Resistiré, vale, mi mujer la cantó y yo toqué la guitara. La verdad es que es agradable hacer estas cosas, como muestra de solidaridad con la gente trabajando en la sanidad, el transporte, las tiendas u otros sectores de importancia. Nos da la sensación de pertenecer a ésta amplia parte de la población de Ponferrada, El Bierzo, España, Europa y el mundo que quiere hacer lo que sea necesario para evitar un desastre sanitario, que es quedarnos en casa.

Dese luego hablamos mucho del virus. Estamos todo el día juntos en casa, mi mujer Ana y yo, pues ya sabemos exactamente lo que la otra persona hace y ha hecho. La única caminata posible es hacia el supermercado, pero conversaciones largas sobre este tema ya no tenemos, ahora que estamos acostumbrados a las colas largas afuera de las tiendas. Incluso el papel higiénico no es un tema; ya hay suficiente en los estantes y los peores días de acaparar se acabaron.

Entonces, un tema importante de la conversación durante la cena o la comida es lo que hemos leído en los medios sociales y los periódicos digitales. Lo que muestra esta crisis otra vez, es que nosotros, la gente de este mundo, a pesar de la diversidad cultural y política, nos parecemos mucho. Pero no todo el mundo es capaz de olvidar las diferencias de opinión en tiempos de covina-19. Aunque cada vez hay menos personas que niegan el problema, hay, desde luego, los compatriotas indignados que quieren dar la culpa a los otros, que pueden ser los inmigrantes, los capitalistas, las feministas, los neoliberales, los servicios secretos de China, los servicios secretos del EEUU, el gobierno actual, el gobierno anterior, el rey de España, Pablo Iglesias o Batman.
La crispación política parece en España más presente que en los Países Bajos*, como muestran las discusiones feroces entre el gobierno de Madrid y el gobierno central. Una cacerolada como hubo aquí cuando habló el rey en la televisión sería en los Países Bajos inconcebible en tiempos de covid-19.

Lo que a veces me da envidia son los mensajes y las fotos que mis amigos neerlandeses me envían. Aunque allí cerraron los sitios de ocio y las escuelas, todavía no hay un ‘lock down’ completo. Las autoridades médicas neerlandesas piensan que si todo el mundo se quede en casa y casi nadie se contagie, nunca se creerá una inmunidad del grupo, que en el futuro debe proteger a todos. Por eso, el primer domingo de la primavera mis amigos estaban afuera, caminando, o yendo con bici, disfrutando el buen tiempo. Desde luego los neerlandeses deberían mantener una distancia el uno al otro, pero no siempre todos lo hacían. A veces los humanos nos parecemos a las ovejas. Siempre vamos donde los otros van. Sin la disciplina de mantener las distancias allí también tendrán que imponer medidas más drásticas.

La gran pregunta es: ¿qué pasará después de la crisis sanitaria? Espero que esta vez la crisis no da alas al radicalismo o nacionalismo como tantas veces pasaba en la historia. Unidas tenemos que buscar soluciones sanitarias y para la crisis económica que sin ninguna duda nos espera. Hay mucho para hacer y tenemos que hacerlo en colaboración. Tenemos que compartir experiencia, conocimiento y riqueza. Con solidaridad. Y con amor.

PS Justamente el 23 de marzo, cuando publiqué esta entrada, los Países Bajos entraron en un casi lock down. Todavía se puede ir por un paseo, pero debe ser solito (o con tu hijo o perro).

*Ya no se habla de Holanda, que es la parte del oeste del país, sino de los Países Bajos. En vez de holandés utilizaré neerlandés.


domingo, 15 de marzo de 2020

Pensamientos pandémicos en El Pajariel

Es el viernes trece. Hoy han proclamado la pandemia. Por eso decidí hacer esta caminata tan pronto por la mañana. Pues, los murciélagos ya han ido a sus camitas, mientras la mayoría de los humanos todavía están en cama o tomando el desayuno. La probabilidad de un contagio es mínima. Además, con mis 61 añitos ya empiezo a ser un miembro de un grupo de riesgo. Nada mejor para mantener los pulmones sanos que subir una montaña. Todavía no hay absolutamente nadie. Aquí abajo al lado del río Sil solamente pían los pajaritos. Reconozco el verdecillo y el ruiseñor bastardo, que son en Holanda bastante raros, pero que aquí en El Bierzo se hacen cargo de la música de fondo primaveral. Por suerte la naturaleza nunca se cierra, haya o no haya una pandemia.

Lentamente subo El Pajariel por la pista. Ya tengo una vista maravillosa sobre El Bierzo bajo. Como tantas veces hay una ligera niebla de humedad y contaminación encima del valle. A ver si todas las medidas contra el virus van a tener un efecto positivo sobre la calidad del aire y las emisiones de CO2. Parece que la economía se va a parar por unas semanas. No tenemos que olvidar esta otra crisis: la del cambio climático. Los últimos días eran bastante calurosos. Hoy también. La flor de los almendros ya ha pasado su momento supremo, parece.

Tal vez una de las consecuencias de la pandemia será que la gente se acostumbra a trabajar desde casa. Yo mismo ya doy cada vez más clases por internet y la verdad es que me gusta. Por mi sorpresa es posible construir una relación personal con estudiantes que nunca he visto en persona. Se trata sobre todo de las clases de lengua y no tantas de las asignaturas que solía dar en Holanda: economía y estadísticas. 

Hablando de estadísticas. Sobre el virus circulan en los medios sociales mensajes extraños en los cuales la gente hacen comparaciones con cifras absolutas, donde porcentajes serían mas adecuados. Si, hay más víctimas mortales por la gripe normal que por el corona virus, pero eso es porque hay muchísima más gente que tenían una gripe normal.* Hasta ahora la mortalidad del coronavirus parece ser alrededor de 2 o 3%, una cifra que significaría un desastre con muchos víctimas y el colapso del sistema sanitario, si el virus se difundiera como la gripe normal. Puede ser que la mortalidad es más baja por infectados no registrados, pero tenemos que tener mucho cuidado.

La rara cosa es que hoy día el escepticismo sobre la ciencia no solamente viene de la gente muy religiosa, sino de la gente alternativa. Su odio a la industria farmacéutica es tan grande, que compran por mucho dinero medicinas homeopatías que son tan diluidos que no contienen nada de la substancia que supuestamente cure la enfermedad. Algunos niegan a sus hijos las vacunas. Y algunos piensen que todo del coronavirus es otra manipulación de los medios de comunicación mano a mano con las farmacéuticas.

Mientras tanto he llegado a mi senda favorita, que serpentea hacia arriba por un paisaje con robles y encinas. Por un rato olvido completamente el virus. Este es un lugar donde hay muchos animales. Al lado de la senda los jabalíes han removido la tierra en busca de las raíces. En el canchal donde el año pasado vi tantas veces corzos, ando tan silenciosamente como posible. Qué lástima, nada. De vez en cuando oigo un animalito crujir por la hierba y un animal más grande corriendo por los arbustos. No los veo, pero seguramente me han visto a mí. De pronto, cuando ya no lo espero, dos corzos saltan sobre la senda y bajan entre los robles. Cojo mi móvil para hacer una foto, pero ya desaparecieron. Vale, no es importante registrar el momento, sino disfrutarlo. Abajo en la ciudad las campanas en la Calle del Reloj tocan las nueve. En 15 minutos abren los supermercados. Por suerte todavía tenemos suficiente papel higiénico en casa.

* El domingo 15 de marzo el mismísimo Mario Vargas Llosa hace el mismo error, cuando quiere indicar que las medidas son exageradas: 
'Es por gusto que las estadísticas oficiales digan que, hasta el 11 de marzo, hay apenas 47 muertos por culpa de la pandemia y que, por ejemplo la simple gripe es más asesina que ella, pues causa por lo menos seiscientos muertos anuales...'
Señor Vargas Llosa, por favor, utiliza porcentajes para indicar el peligro de una enfermedad contagiosa. ¡Hay muchísima gente que tiene una simple gripe cada año, pero el coronavirus acabó de empezar!
Le puedo ofrecer clases de estadísticas por internet, en las cuales le enseñaré, entre otras cosas, porcentajes, análisis de la tendencia por extrapolación y calculaciones de probabilidad.


Los corzos ya desaparecieron



jueves, 20 de febrero de 2020

Vótame

Cuando Vox ganó tantos escaños en las elecciones en Andalucía en 2018, Radio SER El Bierzo, donde de vez en cuando me dejan ventilar unas opiniones de un guiri, me llamaron a venir para hablar sobre este tema. Esto demuestra como se ha deteriorado la imagen de los holandeses. Antes me hubieran invitado para una entrevista sobre como Holanda ganó terreno al mar, la política de la tolerancia hacia las drogas blandas o la bicicleta como medio de transporte urbano, pero hoy día dan por supuesto que un holandés es un especialista de los partidos de la ultra-derecha.

Es verdad que en Holanda ya tenemos muchos años de experiencia con varios partidos de la derecha populista, mientras en la democracia española se trata de un fenómeno nuevo. Pero desde hace poco la variante española desempeña un papel importante. El separatismo catalán parece ser un catalizador importante de Vox. La España de las banderas, como se dice. También aquí en Ponferrada todavía cuelgan algunas banderas desteñidas de las ventanas.

El programa político de Vox tiene mucho en común con los populistas holandeses. También en España agitan contra de la inmigración, ‘la élite’ y la unión europea. También en España pretenden hablar en nombre de ‘El Pueblo’. Pero la diferencia es que Vox parece ser muy católico, mientras los partidos populistas holandeses no son religiosos. En este sentido Vox se parece más al partido que gobierna Polonia. Vox es muy crítico con los movimientos de las mujeres o LGTB. Los partidos populistas holandeses defienden los derechos de las mujeres y de los homosexuales, aunque tal vez a regañadientes, porque ven sobre todo en el islamismo el gran peligro de la cultura occidental, por lo cual no se pueden permitir tener las mismas opiniones sobre la emancipación de las mujeres o la aceptación de los homosexuales que los imanes en las mezquitas.

Un ejemplo de la diferencia es el pin parental. No creo que los populistas holandeses defenderían el pin parental, porque serían sobre todo los padres musulmanes los que se aprovecharían de esta oportunidad de proteger sus hijos de una educación occidental.
Por cierto, hay algo curioso que Geert Wilders, el líder del partido de la ultra-derecha más grande en Holanda, y Javier Ortega Smith, el número dos de Vox, tienen en común.

Es que me extraña que alguien con el apellido Smith está siempre tan en contra de los ingleses. Justamente Mr Ortega Smith planta una bandera española en Gibraltar y escribe un tweet en lo cual describe a los soldados argentinos que lucharon contra los ingleses en Las Malvinas como héroes (foto abajo). ¿Será que se han burlado de él cuando era niño de su apellido inglés y su aspecto, que es más guiri que el mío? La verdad es que comparado con él parezco un bailaor de flamenco andaluz.     
Y con Geert Wilders pasa algo parecido. No tiene este pelo tan rubio por naturaleza. Tal vez es para esconder un aspecto más asiático, lo que viene de su madre, quien, como tantos holandeses, tiene parcialmente una procedencia de Indonesia. Justamente Indonesia es el país con más musulmanes del mundo, por lo cual es muy probable que Wilders tiene musulmanes en su familia de allí.

Pues bien, alguien con un apellido inglés que se resiste contra los ingleses, alguien con una procedencia de musulmanes que se resiste contra los inmigrantes musulmanes; creo que voy a constituir un partido que se resiste contra los hombres calvos mayores. Esta casta de calvos tiene la culpa de todos los problemas. ¡Votáme!
Guiri Knoppe


Y el tweet de Mr Ortega Smith:
El tweet de Mr Ortega Smith


martes, 21 de enero de 2020

No tan Greta

En el tren de Ponferrada a Irún
Es el miércoles 11 de diciembre de 2019. Estoy en el tren de Ponferrada a Irún. La idea es que dormiré en Irún en una pequeña pensión baratísima y viajaré mañana con el TGV (el tren de alta velocidad) a París y después con otro tren de alta velocidad a Ámsterdam. Un viaje largo, tal vez, pero lleno de romanticismo y con pocas emisiones de CO2. De todos los holandeses mayores de 60 que vive en El Bierzo, soy sin ninguna duda el más Greta.

En si mismo me gusta viajar en tren. Se puede leer, mirar por la ventana, echar un sueñito y de vez en cuando pasear en el tren y mientras tanto pedir en el bar una cervecita. De momento miro por la ventana. El terreno montañoso de El Bierzo ha hecho sitio a la meseta con una luz casi holandesa. Hay muchas rapaces aquí. Ya vi varios milanos y busardos.

Ya desde muy joven el tren desempañaba un papel importante en mi vida. Porque mis padres no tenían coche, íbamos en los veranos con tren a la costa en el oeste o a los bosques en el este de Holanda. Después venían las vacaciones de Interrail con los amigos del instituto. Viajamos por Yugoslavia desde Ámsterdam a Atenas y de vuelta por Italia. También íbamos varias veces por Francia hacia España. En uno de eses viajes encontré en Galicia a una chica joven de El Bierzo, que unos 30 años más tarde sería mi esposa.

En Holanda solía viajar en tren al trabajo. Como profesor de economía resultó ser bastante eficiente trabajar para un business school con departamentos en varias ciudades holandeses. Así podía dar exactamente las mismas clases con exactamente las mismas bromas a estudiantes en Ámsterdam, Róterdam, Utrecht y Arnhem. Aunque en Holanda quejarse de los trenes es un deporte nacional, casi nunca llegué demasiado tarde para mis clases. Solamente de vez en cuando tuve que cancelar clases, por ejemplo por una tormenta o una huelga.

La palabra huelga en este curso de pensamientos me hace coger mi móvil. A ver si hay noticias sobre la huelga de los trenes en Francia. Nada. Todo parece normal.

En Irún
Estoy en Irún en mi habitación. Cuando llegué, la lluvia caía con estrépito del cielo. Rápidamente corrí por las calles mojadas en busca de la pequeña pensión baratísima. Gracias a Google maps en el móvil casi nunca se puede perder, lo que es quizás menos romántico pero mucho más práctica. La pequeña pensión baratísima resultaba ser estupenda. Una cama, una habitación fea pero limpia y una ducha. En un bar cercano comí un plato de pasta mientras veía un partido de fútbol en la inevitable televisión. Me voy a acostar pronto.

En el tren de Irún a Ponferrada
Es el jueves, 12 de diciembre. Estoy otra vez en el tren, pero en la dirección opuesta. El día empezó tan bien, a pesar de la lluvia. Tuve un desayuno en Irún con tostadas con aceite, cogí un tren regional para pasar la frontera hacia Hendaya, seguido por una caminata corta para ir a la estación de los trenes de larga distancia. Allí casi no había nadie. Una pancarta grande colgaba en una pared con un texto lleno de palabras como huelga, pensiones y solidaridad. Desde luego sabía que podría haber problemas, pero para hoy no habían anunciado nada. Llamé a la compañía ferrocarril holandésa, dónde había comprado mi billete. Tampoco tenían una solución, pero me ofrecieron de volverme el dinero. Busqué alternativos. Con autobús, por ejemplo. Casi imposible. Busqué vuelos, por si acaso. Había uno muy barato desde Santiago de Compostela el lunes. Y este solamente por 45 euros, la mitad del precio de mi billete de Irún a Ámsterdam.

Y ahora estoy en el tren de vuelta a Ponferrada. Voy a pasar un fin de semana en casa. El lunes a volar. Tal vez no sea tan Greta como pensaba.
Irún, el 12 de diciembre muy pronto por la mañana