domingo, 30 de agosto de 2020

Un hogar de Jan Steen

No tengo pruebas estadísticas. Quizás mi presunción está basada en una cantidad de observaciones demasiado pequeña. Una muestra debe ser suficientemente grande, solía explicar a mis estudiantes de estadísticas empresariales en Holanda. Y también estoy comparando dos entidades muy diferentes: una ciudad mediana en una región en el noroeste de España y la capital de Holanda. Además me basa en mis contactos personales, lo que no se puede llamar una muestra representativa. Puede ser que conozco sobre todo españoles ordenados, hasta un poco pijos, y holandeses que son estudiantiles o de la cultura popular. Tampoco puedo descartar que mis prejuicios desempeñaban un papel. Pero tengo la impresión que los españoles tienen los hogares más ordenados que los holandeses.

¿Por qué pienso esto? Pues, durante mis primeros años de mi permanencia en Ponferrada daba clases de inglés a domicilio, por lo cual visité bastantes hogares. A veces se trataba de solteros, a veces de familias con uno o más niños de una pareja o una sola persona. Lo que me llamaba la atención era que muchos, no todos, llevaban un hogar absolutamente perfecto. Todo estaba exactamente en su sitio. Ni un rastro de polvo se veía. Sería posible comer en el suelo. A veces casi no me atrevía entrar en la casa, tan limpio era todo. Cuando por fin estaba sentado en la mesa tenía miedo de moverme y destrozar el orden absoluto que reinaba en la casa. 

No es que yo mismo soy en mis tareas caseras muy representativo para los holandeses. Mi hogar de soltero en Amsterdam tenía, como decirlo, una cierta reputación. La verdad es que solamente limpiaba cuando había la amenaza de una visita de familia. Esta situación duró hasta que empecé a tener relaciones con mi hoy esposa. Ya había visto su vivienda en Ponferrada cuando venía a quedarse por unos días en mi casa y algo me decía que no compartía todas mis teorías del hogar como: el polvo aumenta la resistencia física y la ducha se mantiene limpia a sí misma. El día antes de su llegada pasé no menos que dos horas enteras limpiando, la ducha sobre todo, que no había hecho mucho caso a mi teoría. 

Pero también si miro a los hogares de mis amigos o familia de Amsterdam veo una diferencia notable con los de Ponferrada. Allí siempre hay periódicos sobre el sofá, las sillas están en desorden, si tienen hijos hay juguetes que cubren todo el suelo, a veces hay una botella de vino medio vacía y unos platos sucios sobre la mesa. Aquí en Ponferrada lo veo mucho menos. Las mesas siempre están recogidas y limpias, muchas veces con unas revistas o libros elegidos con cuidado, preferiblemente sobre diseño y arquitectura de interiores, y hasta las habitaciones de los niños parecen a las de las fotos de estas revistas.

¿Y dónde me siento más cómodo yo mismo, ahora que ya vivo más de once años en Ponferrada? Lo siento, Bercianos, pero hay una teoría mía que todavía vale para mi: una casa no muy recogida es una casa acogedora. No hace falta que sea un hogar de Jan Steen*, como se dice en Holanda. Pero os ruego que cuando venga de visita, que al menos dejáis algunos periódicos sueltos en el sofá o en la mesa del salón, al lado de una taza sucia de café y un platillo con unas migas. Lo agradecería mucho. Y yo, cuando venís de visita a nuestra casa, efectivamente quitaré el polvo y pondré unas revistas con fotos de hogares ideales sobre la mesa del salón.

 *Jan Steen: pintor del siglo 17, famoso por sus hogares desordenados.



sábado, 1 de agosto de 2020

La mujer dormida

A pesar del artículo masculino siempre he asociado El Bierzo con una mujer. Que no, esto no es solamente porque mi mujer es una Berciana de pura cepa.

La asociación con una mujer tiene todo que ver con la forma de la sierra en el sur de la comarca. Durante uno de nuestros primeros recorridos con coche entre su pueblo natal Bembibre y Ponferrada mi mujer me lo indicó, como su padre se la había indicado tantas veces cuando era una niña. En las siluetas de la montaña se puede reconocer una mujer dormida. Al principio me costaba, pero una vez que lo vi tenía que mirarla cada vez que conducíamos allí: las melenas largas estiradas hacia atrás, una manta que llega hasta sus pechos y cubre la barriquita, las piernas y sus pies. 


Desde luego fui a visitarla varias veces, allí en la montaña. Desde cerca resulta que la mujer dormida consiste en rocas ásperas y en pendientes inaccesibles, cubiertas de arbustos espinosos. La Guiana se llama la montaña que forma sus pies, sus pechos son las rocas de Las Peñas de Ferradillo, su cara es Las  Peñas de Voces y sus melenas caídas hacia atrás es una cresta que casi llega hasta Las Médulas. 

Pero hace unos meses, cuando volvimos desde Galicia a casa, vimos a la mujer desde otro ángulo y nos dio un susto. Parecía haberse movido sobre su costado. Con los ojos inexpresivos miraba fijamente hacia el valle de El Bierzo. La verdad es que parecía mas bien agonizante que dormida.


 
Mientras una mujer dormida puede ser una idea tranquilizadora, sobre todo para un guiri que ya se pone un poco mayor, será mala noticia si el símbolo de El Bierzo es una moribunda. La verdad es que económicamente y demográficamente este es el caso. Pertenecemos a La España Vacía. La agricultura no genera mucho empleo, en la ausencia del mar no hay el turismo de masas y las minas de carbón se cerraban. 

Tal vez fuera justamente la minería que tanto ha agotado a la mujer dormida. El Bierzo daba a luz al oro para las monedas romanas, a la pizarra para los techos de las casas, y al carbón para la industrialización y las centrales térmicas. Después de estos partos tan duros quedaban cicatrices y a veces desapareció gran parte de la montaña. Las Médulas, donde los romanos arrastraban un monte para obtener oro, es ahora uno de los más importantes monumentos de la región. Esperamos que todos los pozos y las escombreras de carbón una vez puedan ser utilizados para objetivos educativos y turísticos.  

Hay tantas otras posibilidades en esta comarca. La naturaleza es abundante y llena de animales, de los cuales algunos son muy emblemáticos, como los lobos y los osos. El casco histórico de Ponferrada y los pueblos antiguos tienen potencial turístico, aunque en este momento hay mucha decadencia. La tierra en el valle es fértil y hay mucha voluntad y conocimiento para producir productos de calidad. La mujer dormida merece ser despertada con un beso o, si necesario, ser reanimada. Si prometemos que esta vez no vamos a dejar tantos cicatrices, se despertará.

Mi videoclip sobre esta tema se puede escuchar AQUI