Cuando era muy joven, unos quince años creo, circulaba en el colegio un chiste que fue más o menos así:
¿Cuándo se convertirá Europa en un paraíso?
Los británicos obtienen el Ministerio del Humor, los franceses el Ministerio de Gastronomía y los alemanes el Ministerio de Trabajo.
¿Cuándo se convertirá Europa en un infierno?
Los británicos obtienen el Ministerio de Gastronomía, los franceses el Ministerio de Trabajo y los alemanes el Ministerio del Humor.
La unificación europea todavía estaba en su infancia en ese momento, pero ahora que la UE puede estar a punto de jubilarse anticipadamente debido al ascenso de la extrema derecha, de vez en cuando pienso en este chiste y trato de encontrar variantes modernas.
Los dos países en los que he vivido hasta ahora estaban ausentes de ese chiste. En aquel momento, la España franquista no tenía cabida en el proyecto europeo. El hecho de que los Países Bajos faltan me hace sospechar que puede tratarse de una broma de un comediante británico, también porque le había asignado el Ministerio de Humor a su propio país.
Pero ahora que los británicos nos han abandonado y España se unió ya hace tanto tiempo, las cartas, por supuesto, se están barajando de nuevo.
Los Países Bajos pueden simplemente asumir el papel de los británicos, de modo que en el paraíso tenemos el Ministerio del Humor. Al fin y al cabo, en ningún lugar hay tantos bromistas profesionales como en los Países Bajos. Dada nuestra cultura de snacks grasientes y mayonesa, nos iría muy bien el Ministerio de Gastronomía en el infierno.
A España le asigno el Ministerio del Amor en el paraíso (pero eso puede ser una opinión personal).
La idea del ministerio para España en el infierno se me ocurrió esta semana mientras iba tranquilamente a tomar un café a una cafetería por la mañana. Como siempre, había un televisor encendido. De hecho, había dos televisores encendidos, cada uno con un canal diferente. Entonces vi dos tertulias al mismo tiempo. Por suerte sonaba solamente el sonido de una televisión que ya significaba suficientes gritos de opiniones desequilibradas. Era una tortura, casi peor que los debates en el congreso sobre amnistías, corrupción, o lo que sea.
Pero me daba esa idea: Para el infierno le doy a España el Ministerio de Retórica.
Bueno, veamos primero si el proyecto europeo sobrevive y luego podemos intentar dar pequeños pasos hacia el paraíso. ¡¡¡Con menos patatas fritas con mayonesa y discusiones inútiles, pero con más humor holandés y amor español!!! ¡¡¡Olé!!!
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