Cuando en mi paseo de domingo por la mañana llegué al
puente sobre el río El Sil, vi que los pilares del puente habían sido pintados
con lemas.
Viva España, El Islam =mierda, Fuera Paquitas, estaba
escrito en un pilar.
En el otro, decía: Fuera de España, Panchitos, Moros,
Negros, †El Bierzo será…†
Comprendí que esto era algo serio. Mucha gente estaba
siendo amenazada seriamente. Por ejemplo las dos mujeres latinoamericanas que
tan bien habían cuidado a mi suegra. Le envié la foto a mi mujer Ana, y
continué mi ruta, que no pude disfrutar tanto.
De regreso, también tomé una foto del otro lado de uno de
los pilares.
España para los españoles. † Fuera extranjeros, era el texto.
Por un momento, sentí una punzada de orgullo por
pertenecer al grupo tan diverso que los autores odiaban. Pero más probable es
que cuando estos racistas utilizan la palabra
extranjeros no incluyen a un guiri blanco de
ojos azules.
El motivo de estas consignas también estaba claro. En el
pueblo de Torre-Pacheco, al sur de España, se produjeron disturbios ese fin de
semana, tras la agresión a uno de los residentes por parte de un norteafricano.
Bandas de extrema derecha se lanzaron entonces a la caza de inmigrantes. Al
parecer, los autores de las consignas en el puente pensaron que esto también
sería una buena idea para Ponferrada.
Una vez en casa, Ana me preguntó: ‘¿Vas a enviar tus
fotos a la policía?’ Dudé. ‘Ya estaban sacando fotos otras personas; seguro que
las envían’ respondí. Mi reacción parecía proceder del efecto espectador, el
fenómeno que la gente no interviene porque cree que otros lo harán. ‘Las
enviaré de todos modos’, dijo Ana con firmeza. Así que mis fotos llegaron a la policía y, al
alcalde de Ponferrada (del Partido Popular) y al jefe de la oposición del ayuntamiento
(del PSOE). Poco después, no sin orgullo, vi que mis fotos se habían publicado
en la página web local del PSOE.
Al volver al puente el martes siguiente, vi que el
ayuntamiento había retirado los lemas de los pilares.
Tuve otro momento de
orgullo. Mis fotos, vale, con la ayuda de mi esposa y la oposición, parecían haberlo
logrado.
Pero, desde luego, también es posible que las autoridades
locales estaban inundadas de fotos de ciudadanos preocupados, menos afectados por el efecto
espectador que yo. Ojalá.