Aquel mañana salí en dirección de Bembibre. Regularmente los domingos comemos en la casa de mis suegros. En El Bierzo esto significa que ya a las dos tienes que presentarte a la mesa. Si el tiempo lo permite voy con la bicicleta. La ruta es bella y en esta manera provoco un poco de hambre para la normalmente muy nutritiva comida. Dos pájaros de un tiro (o, como en Holanda decimos: dos mosquitos de un manotazo). Hay algunas subidas fuertes en la ruta. Sudar es inevitable. Por suerte mi amable mujer siempre está prepuesta de traerme ropa limpia en el coche.
El Bierzo es ideal para ir con el mountain bike. Si quieres puedes hacer rutas largas sin tocar el asfalto. Las carreteras pueden ser peligrosas. Los coches van muy rápidos y afuera de la población nunca hay carriles para bicis. A menuda la gente aquí me avisa por el comportamiento de los automovilistas. No tienen respeto para las bicis, dicen. Mi impresión es diferente. En general pasan en una amplia curva al ciclista.
Ocurrió cuando volvía a casa. Justamente había descubierto un atajo bonito, con muchas piedras sueltas, esto sí, y bastante pendiente, y bajé a la presa del río Sil. Allí reposaba un ratín y bebí las últimas gotas de agua tibia que restaban en mi botella. Con entusiasmo quería empezar la última subida cuando noté un movimiento raro en mi rueda detrás. ¿Qué es eso? Bajé y constaté: un pinchazo.
Por experiencia sé que nunca se debe empezar una ruta con bicicleta sin preparación. Bomba, desmontadores de neumáticos, goma, un neumático de reserva, todas estas cosas pertenecen al equipamiento estándar para mis recorridos de bici en Holanda. Pero en Holanda mi bici tenía un portaequipajes detrás para poner mis cosas. Aquí llevo todo en una mochilita empapada de sudor. Por suerte la tienda de deporte tenía un aerosol muy práctico. Stop and Go, prometía la etiqueta. Entonces, no necesitaría traer una bomba y equipamiento para reparar un pinchazo.
Allí estaba con mi bici sobre la presa. La vista era maravillosa. Pero en este momento eso no me interesaba en absoluto. Bajo el sol todavía brillante logré leer las pequeñas letras de las instrucciones del espray. Sacudir, conectar con la válvula y presionar el botón. Fácil. Las válvulas de mountain bikes echan aire cuando hay una presión. Esto ocurrió justamente al momento que la espuma salió del aerosol. El resultado era que mi rueda por detrás estaba cubierta de la espuma pegajosa y mi neumático todavía estaba plano. Esto significaba andar. Al menos una hora, estimé. En el calor. Por una carretera estrecha con bastante tráfico. Sin carril para bici o vía peatonal. A dos lados zarzales espinosos. Pero con unas vistas de veras maravillosas.
Por todo eso, el próximo día estaba en la calle reparando la bicicleta. Como había hecho tantas veces en Holanda. Qué fácil es cambiar una cámara de un mountain bike. La rueda puedes bajar con un sencillo clic. En Holanda ya quitar la protección de la cadena significaba blasfemar. Después tenía que soltar el freno de contrapedal, despegar las tensoras de la cadena y quitar la cadena. Mi bici siempre salía bastante averiada de mis reparaciones y después yacía la protección de la cadena hecha jirones en la basura. Y siempre debía pasar algún anciano crítico con un comentario como: ´Esto en mi juventud lo hacíamos muy diferente.´ Aquí en la calle, nada de eso. A lo más unas miradas sorprendidas. Mira, alguien está reparando su bicicleta. Debe ser un extranjero.