La semana
pasada estuvimos en Menorca. Un pequeño paraíso. Allí la costa no está
estropeada por el turismo masivo. Casi no se ve los grandes hoteles que
determinan el panorama de tantas otras costas. Para llegar a las calas más
bonitas se debe andar desde un aparcamiento por un paisaje silvestre hasta
llegar al mar de color azul turquesa. Las ciudades y los pueblos tienen una
mezcla agradable de mucho ambiente y mucha tranquilidad. No vimos mendigos, tiendas
cerradas u otras señales de la crisis pendiente. Vale, encontramos un Compro
Oro en el capital Maó, es verdad, pero este tenía que combinar este negocio con
la compraventa de coches de segunda mano. Se vive bien en Menorca, está claro.
Los últimos
días nos quedamos en una granja en el Parque Natural en el este de la isla. El
granjero nos dio una llave para abrir la cadena que cerró una verja hacia unos
caminos. Nos indicó dónde ir. ‘Hacia allí caminas al mar y a unas calas
vírgenes,’ dijo, ‘en esa dirección está la albufera y detrás de la granja del
vecino están los antigots (palabra basada en antic: antiguo).’
El día después nos dirigimos por la mañana antes de todo hacia los antigots. Ya habíamos visto algunos,
estos restos de la cultura prerromana que dominaba Menorca hace unos 3000 años.
Pero esta vez era más especial, quizás por la exclusividad de la visita, o por
la suave luz de la mañana. No había nadie. Y probablemente todo el día no
habría nadie. Con respeto contemplamos la taule,
una enorme piedra erigida que sostiene otra piedra horizontal encima. Los
habitantes de entonces utilizaban esta construcción para sostener un techo de
una tumba o de un templo quizás. Nos impresionó la construcción sencilla, que
nos llenaba de sentimientos espirituales, casi religiosos. Susurrábamos unos comentarios
de admiración. ‘Pero se llaman antigots’,
dije estropeando el ambiente espiritual, ‘lo que en holandés o inglés parece a la palabra anti-dioses.’ Lentamente
llegamos a la conclusión que, aunque fuera la intención de honrar a los dioses,
muchos edificios religiosos muestran lo contrario: el poder de los humanos. Lo
que nos impresiona de las pirámides, las catedrales medievales y los antigots es que la gente ya entonces era
capaz de construirlos con las técnicas tan primitivas. Eran trabajos de muchos
años, mucho esfuerzo, mucha dureza. Y esto para obras sin utilidad directa para
la vida cotidiana. ¿Qué pensarán las generaciones futuras de las construcciones
de hoy día? ¿Qué pensarían, por ejemplo, de la Torre de la Rosaleda en Ponferrada en el
caso improbable que el edificio sobreviviera tantos años?
Nuestros
comentarios habían llevado nuestros pensamientos de vuelta hacia el Bierzo prematuramente,
tres días antes de terminar estas vacaciones demasiado cortas. Efectivamente, la Torre de la Rosaleda tiene algo en común con la taule que estuvimos contemplando. Erguido, apuntando al cielo.
Además, justamente como en el caso de las taules, El Torre de la Rosaleda no parece tener ninguna utilidad directa. La tasa de crecimiento de
la población no indica ninguna necesidad de tantos metros cuadrados de
apartamentos. Los visitantes futuros de la ruina pensarán que debía haber algún
motivo religioso. Quizás habrá una pareja que, después de la contemplación
inicial llena de sentimientos espirituales, casi religiosos, llega a la
conclusión que el edificio es sobre todo una muestra del poder humano en vez de
los poderes divinos. Y la pareja futura tendrá razón. El Torre de la Rosaleda quizás tiene
este mensaje. Muy impresionantes estos montes, estos ríos, el sol, el mar, que
son las obras de la naturaleza, de la casualidad, del dios, los dioses o las
diosas ¡Pero mira lo que podemos hacer nosotros!
¡Mira qué edificio sin ninguna razón hemos construido, solamente por el dinero.
Es el símbolo profano por excelencia. Un dedo erguido hacia el cielo.
La Taule cerca de Sa Torre Blanca en Menorca
La torre de la Rosaleda en Ponferrada
Sé de tu castellano incorrecto, te entendemos, pero esta vez te corrijo, La Rosaleda es un barrio en el cual se encuentra la "Torre de la Rosaleda". Los que no conozcan ponferrada lo agradecerán y entenderán mejor la opinión de roland.
ResponderEliminarGracias Pumpkin. Lo corregí.
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