jueves, 18 de julio de 2019

Sobre Lenguado Picasso y otros apoteosis culinarios

La opinión de mi mujer Ana sobre la cocina holandesa bajó hacia un mínimo absoluto el viernes pasado, cuando le expliqué lo que era lenguado Picasso. El motivo era nuestra cena, de la cual a menudo hacemos una pequeña fiesta, sobre todo los fines de semana. Después de los mariscos Ana hacía aparecer una piña para cortar el postre, cuando tuve la desgraciada idea de describir el plato lenguado Picasso: un lenguado frito, normalmente en filete, acompañado por unas lonchas de piña y a veces trozos de otra fruta. ‘¡Qué asco!’ era su reacción.

La verdad es que no hay muchos holandeses que preparan lenguado Picasso en casa. Se trata de comida de restaurante, como los omnipresentes platos combinados con patatas fritas con mayonesa, unas hojas marchitas de lechuga y un filete de carne o pescado frito. No creo que haya mucho futuro para el turismo culinario en Holanda. Cuando alguien planea un viaje a mi país y me pregunta por sitios para comer, recomiendo normalmente un restaurante indonesia o, cuando le gusta el pescado, comer un arenque en un puesto en la calle. En general, los restaurantes de calidad son caros. Los holandeses comemos los platos típicos solamente en casa, mientras los restaurantes son en gran mayoría de otros países o son cafés donde se sirven platos combinados.

Mi manera de cocinar ha cambiado bastante desde que vivo en El Bierzo. Por ejemplo, aprendí a tener siempre una cazuelita con agua caliente sobre el fuego, para poner allí espinas, huesitos, cabezas de langostinos, trozos de cebolla o puerro y una hoja de laurel. En este caldo preparo el arroz, la pasta o las patatas. Mientras estoy así trabajando en la cocina, a veces tengo que suprimir la fantasía macabra que si cortara mi dedo, lo pondría automáticamente en el caldo.

Desde luego, de vez en cuando echo de menos los platos típicos de Holanda. Por suerte noté que durante los diez años que vivo aquí, más y más ingredientes para estos platos aparecían en las tiendas o en el mercado. Se puede encontrar endivias, por ejemplo, en casi todos los supermercados. Ansiosamente compré algunas para preparar uno de los platos estrella de mi madre: endivias con queso y jamón. Desde hace unos años cada primavera hay espárragos blancos frescos en algunos supermercados y en el mercado. En el mismo mercado encontré guisantes secos partidos y el bulbo de apio, dos ingredientes fundamentales para la sopa de guisantes. Incluso encontré choucroute en una tienda biológica. A veces se me ocurría que todos estos productos se venden en Ponferrada por mi presencia. Por cierto, nunca en mi vida he visto a un español preparar endivias, espárragos blancos frescos o algo con guisantes secos o el bulbo de apio. Y choucroute se considera la comida del diablo, creo.

El sábado pasado fuimos al mercado, Ana y yo. Había en algunos puestos mi verdura favorita de Holanda, boerenkool (la col de los campesinos, literalmente). En algunas cajas había un cartel con la palabra Kale. No me pude controlar más. ‘¡Mira Ana, se vende boerenkool solamente porque estoy aquí!´ ´No seas tan tonto,’ respondió. Pero continué: ´Pero este nombre, Kale, solamente puede ser para mí, ¿verdad? ¿No recuerdas que a veces me llamaban Kale a mí?’ Esto era verdad. Kale significa en holandés calvo. Sobre todo los oponentes en un partido de fútbol me llamaban así de vez en cuando abiertamente: ‘Dek die kale!’ (‘¡Marca a este calvo!’). Con paciencia Ana me explicó que kale era el nombre de esta col y que el hecho que se vendía tanto era porque en algunas revistas le describieron como muy sana. Kale es el nuevo superalimento.

Entonces, compramos unos manojos de kale y los preparamos en casa con patatas machacadas como solíamos hacer en Holanda. Y efectivamente. El sabor era súper!

lenguado Picasso

Kale en el mercado de Ponferrada