sábado, 25 de diciembre de 2021

Niebla y Sol

En una mañana fría de un lunes en diciembre decidí subir una montaña para llegar encima de la niebla. Esta niebla tan persistente que no parecía desaparecer nunca. Allí arriba esperaba tener una vista amplia sobre la manta lanosa que cubría Ponferrada, con en la distancia los picos nevados de las montañas que rodean El Bierzo. Pero no funcionó. También encima de la montaña la niebla reinaba. Como máximo el sol lograba acariciar las copas de los pinos.

Un poco aterido por el sudor frío en mi espalda empecé el descenso. Mis pensamientos volvieron a los acontecimientos del año pasado. 

Ser sombrío no está en mi naturaleza, me atrevo a decir. Incluso de la pandemia veía, además de los inconvenientes obvios, también los beneficios. A mí me parecía extraordinario que tantas autoridades y personas estuvieran dispuestas a parar la vida económica para salvar a los vulnerables. ¿Quién hubiera imaginado eso? Pero todo duró tanto tiempo. Nuestros anticuerpos naturales o inyectados resultaban tener una validez limitada debida a la evolución tan rápida de los virus. Un número cada vez mayor de gente parecía incapaz de aceptar la realidad y abrazaba las explicaciones dudosas que circulaban por el internet. Y encima había acontecimientos dramáticos a nivel personal. Mis dos hermanos fallecieron en un periodo muy corto. En ambos casos la despedida fue cálida y hermosa, pero lo que queda es el vacío. No, este año no fue nada agradable. 

Llegué al puente sobre el río Sil. Sobre el cemento a la entrada del puente alguien había escrito muy grande: VACUNA = VENENO

Esto me recordó que ya habían pasado más de tres meses desde que recibí mi segunda vacuna AstraZeneca. Tal vez podría tener mi tercera antes de las fiestas. Esto tendría que averiguar. Con paso acelerado, caminé a lo largo del río hacia casa. 

Y así ocurrió que una semana después estuve esperando en una larga cola en frente del edificio de las piscinas climatizadas, que de nuevo era habilitado como punto de vacunación. Nadie se quejó. Nadie se coló. Todos mantuvimos distancia y llevamos las mascarillas. Los asistentes iban y venían con sillas de ruedas para la gente mayor. Aquí y allá surgieron conversaciones amables, sobre todo sobre el tiempo tan templado. De vez en cuando incluso brillaba el sol. Y eso sucedió unos días antes de navidad.