lunes, 18 de septiembre de 2023

El campo de los ciervos de mi padre

¿Puede un perro mirar sorprendido? Me pregunté eso cuando mi padre se despidió de nuestro perro Rakker de una manera un poco dramática. “Quédate aquí, Rakker, porque haces mucho escándalo cuando hueles un animal”, dijo, mientras acariciaba la cabeza del fiel animal. Luego salimos de la cabaña y cerramos la puerta detrás de nosotros, dejando al perro desconcertado con mi madre, que todavía dormía en la cama.

El plan para esa caminata temprana venía del día anterior. Durante nuestro paseo por los densos bosques, de repente nos encontramos con un campo abierto con altas plumas de hierba marrón. “Un campo de ciervos”, dijo mi padre. "Si vienes aquí al amanecer, seguramente verás un ciervo o un corzo." "¿Vamos a hacer eso mañana temprano?", pregunté con entusiasmo. “No seáis tontos”, dijo mi madre, que no era tan aventurera. Pero mi padre asintió con la cabeza.

Y así partimos. Incluso cerca del camping no se veía tan temprano a ningún caminante o ciclista. A medida que nos acercábamos al claro, comenzamos a susurrar e incluso a caminar un poco de puntillas. Desde el borde del bosque contemplamos el campo. Llegó una liebre, que caminó hasta la senda que atravesaba el claro y se dio un baño de arena. Se arrojó por el sueo de espaldas, mientras el sol rojo salía detrás de ella. Una vista hermosa. Pero no vimos ningún ciervo. Ligeramente decepcionados, seguimos caminando por el borde del bosque; no se podía saber si surgiría otro animal. De repente escuchamos un ruido proveniente de unos arbustos. Una cabeza de una cierva apareció entre los arbustos a pocos metros de nosotros. La cierva soltó un sonido con los labios. Y se escapó. Un crío la siguió. Fue la experiencia con la vida silvestre más maravillosa de mi vida.

Y hoy día, cuando salgo a caminar desde Ponferrada, casi siempre camino hacia un claro aquí en lo alto de la cresta de El Pajariel. El campo de los ciervos de mi padre, lo llamo. Una vez vi un corzo caminando por allí. Que yo sepa, en El Pajariel no hay ciervos. Cada vez que estoy allí, pienso en aquel momento con mi padre en los bosques del este de Los Países Bajos, hace unos 52 años.