En las listas
de las lenguas más habladas del mundo el número uno es sin ninguna duda el
Mandarín, que sobre todo se habla dentro de China. La dura lucha entre bronce y
plata es entre el inglés y el castellano. El uso del castellano está creciendo,
sobre todo porque está conquistando a los EEUU. Muchos españoles deben esperar
con ansiedad el momento que el castellano sustituya al inglés como lengua más
importante en internet, la ciencia, el mundo diplomático y el entertainment. Al fin podrían acabar con
estos cursos de inglés en tantas academias o con profesores privados. Más aún,
si el castellano supiera sacar del trono al inglés como lengua internacional,
esto tendría muchas ventajas económicas para España. Los españoles podrían
trabajar en todo el mundo como docente, las editoriales verían crecer sus
ventas de libros de lengua considerablemente y desde todo el mundo todavía más
personas que ahora vendrían a España para aprender la lengua.
¿Pero es el
castellano de veras apto para ser la lengua más importante del mundo? Desde
luego que sí, sobre todo en comparación con el inglés. El inglés tiene un gran
problema: su ortografía absurda. Es una lista conocida: to, two y too. Tres veces se dice el mismo, pero se escribe algo
diferente. Peor aún: tough, though, through.
(Se dice más o menos tof, do y zru) No es nada claro cómo se debe pronunciar la
combinación de las letras ough. Una
ortografía sin reglas claras es una barrera innecesaria para lo que sirve la
lengua escrita: intercambiar ideas y sentimientos.
¿Y el
castellano? La ortografía del castellano es completamente lógica, una vez que
se acepta las reglas, que en si mismas, como en cada lengua, son absurdas. Esta
por ejemplo: el acento siempre está sobre la última sílaba con excepción de las
palabras que terminan en una ‘s’, ‘n’ o una vocal en cuyo caso el acento está
en la penúltima sílaba. Suena complicado pero en todo caso, señoras y señores anglohablantes,
se mantiene esta regla. Excepciones llevan una tilde para indicar donde cae el
énfasis. En Holanda se celebra cada año en la televisión el ‘dictado nacional’,
una competición de ortografía que
normalmente gana un belga (los flamencos son los puristas de la lengua
holandesa). Algo semejante sería imposible en España porque habría demasiada
gente que lo haría sin errores si el lector del texto articula claramente. Si
por ejemplo un guiri como yo leyera el texto, habría algunos dudas (¿Qué dice? ¿Dos?
¿Doce?).
La ortografía
del castellano está en las manos seguras de la Real Academia Española. Hace
poco introducían una reforma en la cual cambiaban, entre otras cosas, el
nombre del país Qatar en Catar. Vale, en el castellano una palabra nunca
empieza con una ‘q’ sin que siga después una ‘u’ y esto solamente cuando la
tercera letra es una ‘e’ o una ‘i’. ¿Es completamente lógico, verdad? Por eso la
RAE cambiaba el Qatar en Catar, lo que generó muchísimas críticas, entre otros
de uno de mis favoritos autores: Javier Marías. Pero esta vez no estaba de
acuerdo con él. ¡Qué se mantiene las reglas de la ortografía! Si no, se cree
monstruos ortográficos como el inglés y el holandés.
¿No tiene el
castellano desventajas? Desde luego que sí. Todas estas tildes y otras cositas
encima de las letras hacen la lengua difícil de utilizar en ordenadores y
móviles. Además hay unos problemitas pequeñitos. ¿Españoles, por qué decís de
un vino que tiene 14 grados? La primera vez que lo oía, de veras me pregunté:
‘¿Cómo pueden saber tan exactamente la
temperatura? Pero ahora yo también digo grados al porcentaje del alcohol.
Pero la
reforma más importante que propongo es la siguiente. Normalmente los actos
diarios son representados por verbos cortos: dormir, comer, hablar, beber.
¿Entonces, estimados miembros de la RAE, por qué no inventáis un verbo corto
para un acto tan sencillo como mover con la cabeza afirmativamente? Si los libros
en castellano de media son más voluminosos que en otras lenguas, seguramente es
porque los personajes mueven todo el tiempo con la cabeza afirmativamente en
vez de que nod como hacen en los
libros en inglés. Es un movimiento muy común. Estoy casi seguro de que en este
momento el lector está moviendo con la cabeza afirmativamente por estar de
acuerdo con esta opinión de un guiri.