Estamos en Alba de Tormes, un pueblo cerca de Salamanca. El buen tiempo nos hace decidir tomar asiento en una terraza agradable en la Plaza Mayor. Es imposible ignorar la pancarta en la balaustrada de un balcón.
'¡Vota Vox!’, grita la pancarta. Y luego sigue el juego de palabras: ‘En Alba de Tormes no se vota, se voxtea.’ Como es característica de los partidos populistas, Vox pretende hablar en nombre del pueblo entero.
Nos sorprende la presencia rotunda de esta propaganda política en la plaza principal del pueblo. En ningún otro lugar hemos visto algo semejante de ningún partido político. Tampoco estamos del todo seguros de si está ahí por las recientes elecciones municipales o por las próximas elecciones nacionales de julio.
Lo que deja clarísimo la pancarta es la aceptación de la extrema derecha. Hace muy poco, España era uno de los pocos países donde el populismo de derecha apenas parecía tener apoyo. ¡Y mira ahora! Vox ya está en el gobierno de nuestra autonomía Castilla y León. Bien podrían terminar en un gobierno de coalición nacional después de las elecciones de julio. ¿Qué pasará con la tan necesaria transición energética? ¿Y con la ley del aborto? ¿Se nos quitaría el derecho a una muerte digna a través de la eutanasia? Son tiempos preocupantes.
Afortunadamente, la camarera sale del café con una copa de vino blanco y una copa de vino tinto en su bandeja. Deben ser para nosotros.