miércoles, 29 de marzo de 2023

Las tres etapas de la migración

Ahora que mi trabajo principal es enseñar holandés online, a menudo hablo con mis alumnos sobre lo que es dejar tu propio país y establecerte en un entorno nuevo con una cultura y un idioma diferentes.
Los refugiados de veras, que han tenido que abandonar su país debido a una guerra o la opresión, no tengo como estudiantes. Las lecciones de holandés se organizan para ellos en los centros de acogida de refugiados. Sin embargo, llama la atención cuántos de mis alumnos tienen grandes dificultades con los regímenes de su país, como los que vienen de Rusia, Irán, Turquía, China y Bielorrusia. 

La mayoría de mis estudiantes son los llamados ‘expats’, los expatriados, una palabra que se usa para los trabajadores inmigrantes mejor pagados. A menudo trabajan en la tecnología moderna, por lo cual están acostumbrados a comunicarse en línea. También tengo como estudiantes algunos emigrantes por amor, con los que tengo aún más en común.
Con base en mis propias experiencias y las de mis alumnos, veo estas tres etapas de la migración (voluntaria).

Etapa 1: el primer enamoramiento
Todo es nuevo. Hay tanto por descubrir. Esta etapa ya comenzó para mí durante mis vacaciones en España. La comida, el clima, la naturaleza, el idioma y por supuesto la gente agradable y comunicativa hicieron de España mi principal destino de viaje. Durante los primeros años que vivía aquí me mantuve en esta etapa dichosa, porque instalarse en algún lugar es una aventura completamente diferente a estar de vacaciones.
Mis alumnos conocen el mismo sentimiento. Al principio están muy entusiasmados con las hermosas ciudades holandesas, la abundancia de vegetación, la amplia oferta cultural y la pequeña escala de las grandes ciudades, donde la bicicleta y los pies son los principales medios de transporte.

Etapa 2: la duda
Después de unos años, inevitablemente surgen las primeras dudas. Y la nostalgia. De repente ves las desventajas de vivir en tu nuevo país. Aprender el idioma no va tan rápido como pensabas. Empiezas a echar de menos a cosas. En mi caso concreto, esa es mi libertad de movimiento, que aquí está mucho más limitada porque el transporte público es escaso y andar en bicicleta equivale a jugarse la vida. No, todavía no tengo licencia de conducir. También me enfrenté a las imperfecciones del mercado laboral español. 
Mis alumnos siempre mencionan el clima húmedo y ventoso de los Países Bajos como primer problema, seguido de los carísimos restaurantes holandeses con esas inevitables patatas fritas con mayonesa. Y luego, por supuesto, hay esa lengua tan difícil. En la etapa 1 todavía pueden arreglarse con el inglés, pero cada vez más ven la necesidad de mejorar su holandés para poder comunicarse con los holandeses incluso en las últimas horas de una fiesta.

Etapa 3: en casa
Y en algún momento has llegado completamente en tu nuevo país. Te sientes como en casa. Los jóvenes entre mis alumnos pueden ser capaces de llegar a esta etapa, donde yo mismo, por mucho que lo desea, nunca llegaré. Tal vez era un inmigrante demasiado mayor para integrarme completamente o estaba demasiado ocupado con las clases de holandés e inglés para aprender a hablar bien el español. Soy y seré un outsider, un guiri, que contempla con extrañeza las cosas que me rodean. De todos modos, eso significa al menos que puedo continuar con mi blog Opiniones de un Guiri por el momento.
Al lado del río Sil en Ponferrada