domingo, 17 de octubre de 2021

Llamamiento a las dueñas y los dueños de los bares de Ponferrada

Siempre era tan agradable. Salir a cierto momento de la mañana de la casa para ir a uno de los muchos bares que hay en Ponferrada para hojear allí el periódico, de vez en cuando leer un artículo, todo mientras disfrutas de un café con leche a un precio que es, por criterios holandeses, increíblemente bajo y casi siempre viene acompañado por bizcocho, un churro o un trocito de tortilla con pan. Ya antes de la pandemia se hundió un poco la costumbre. El País, el periódico que más me gusta leer, ya había desaparecido de la mayoría de los bares. Pero todavía podía elegir entre los refunfuños al gobierno de El Mundo, las noticias locales de El Diario de León y las omnipresentes revistas de fútbol.

Cuando después del confinamiento todos podíamos volver a salir de nuestras casas e incluso sentarnos en las terrazas, todos los periódicos de los cafés habían desaparecido. La teoría era que los contagios podrían ser transmitidos por los periódicos compartidos. Más tarde aprendimos que el virus no viajaba tanto a través de las superficies y las manos sino principalmente por el aire. Aun así, los periódicos volvían solamente escasamente. Creo que la mayoría de los dueños de los bares no querían volver a la situación anterior. Habían perdido ingresos en ese periodo difícil y las suscripciones a los periódicos cuestan dinero, por supuesto. Pero mi comportamiento cambió. ¿No periódico? Pues, tampoco voy a tomar un café afuera cuando estoy solito. No voy a mirar mi teléfono para leer las noticias mientras tomo mi café. Ya estoy todo el día mirando pantallas cuando doy mis clases online, escribo o me expongo a los algoritmos perniciosos en las redes sociales. Prefiero comprarme un periódico en uno de los escasos kioscos que todavía existen y hacerme un café en casa.

En este momento conozco, para ser exacto, dos bares con periódicos de papel. No voy a revelar cuales son, para evitar que todo el mundo vaya allí; ya ahora resulta bastante difícil conseguir un periódico libre. Queridos dueños y dueñas de los bares, por favor, pongan una pila de periódicos en la ventana. En ese caso, este guiri está dispuesto a pagar nada menos que 10 centavos más por una taza de café con un pincho.

Uno de los pocos bares con periódicos