martes, 5 de abril de 2011

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Estrecho la mano de mi tío y digo: ´Jaap, muchas gracias por la hospitalidad; era muy agradable estar aquí otra vez.´ El mueve la cabeza afirmativamente, mientras dice: ´El placer era reciproco.´ Ando hacia el ascensor. Alzo mi maleta grande porque las ruedas hacen demasiado ruido en el ondulado suelo de la galería. Una vez afuera la pongo sobre el suelo y ando por el carril de bicicletas hacia la parada del autobús. Brilla un rayito de sol primaveral.

Allí está la calle donde el mes pasado hacía tantas veces las compras. Una variedad de tiendas. Hasta cuatro panaderías. Tres islámicas y una holandesa. ¿Cómo es posible que pueden sobrevivir con tanta competencia? Será que cada una tiene su propia clientela. La gente autóctona del barrio Osdorp compra su pan y dulces en la panadería holandesa. Cada sábado se formaba una cola hasta la calle. Yo solía ir a una panadería turca. Croissants y pan fresco que se pone rápidamente seco. Como el pan en España. Mi bolsa de comida para hoy contiene pan integral holandés con queso curado de Gouda.
En la misma calle hay tres supermercados turcos con la verdura y fruta presentada abundantemente en la calle y dentro una carnecería con algunos productos que reconocía del mercado de Ponferrada: rabo de ternera, cabeza de cordero, mollejas, hígado y riñones. No carne de cerdo, desde luego. Para comprar mi salchicha ahumada tenía que ir a una tienda holandesa.

Llega el autobús. Pago con una tarjeta chip del transporte público. Muy práctica. Vale en toda Holanda. En las sillas en frente de mí una vieja mujer holandesa habla animadamente con una velada chica musulmana. Están sonriendo y los ojos casi brillan de orgullo. Como si quieren decir: ´Mira, así también puede ser.´ Una conversación amable como un acto político. Es extraño que de pronto tantos holandeses estén en contra de la tolerancia y el relativismo cultural. Miedo hacia el mundo exterior. Miedo hacia los tiempos modernos. Parecen a los musulmanes ortodoxos que ellos mismos detestan tanto. En España no he notado mucho odio contra la religión islámica. ¿Por qué será? ¿Por los raíces árabes de España? ¿Por ser hace poco un país de emigrantes España misma? ¿O solamente porque todavía no hay un partido político que sabe movilizar el descontento?

El tren desde Estación Lelylaan a Schiphol solamente tarde diez minutos. Justamente suficiente tiempo para comer mi naranja. No la puedo llevar en el avión. También mi manzana tengo que comer ahora. Por la ventana veo la orilla de un lago. Una barrita de naturaleza en Holanda que está tan lleno. Ayer estuve allí con mi bicicleta. No vi ningún martín pescador. Pero si muchos hombres en busca de sexo anónimo. Cuando hablé ayer tarde con mi Tío Jaap sobre esto, él se mostraba como tantas otras veces muy tolerante. ´No molestan a nadie; que hagan lo que quieran.´ ´Vale, si no tiren los condones por todos lados,´ respondí. La naturaleza siempre la llevo en mi corazón. Después hablamos del medio ambiente, energía atómica y el cambio climático. Mi última conversación en holandés por ahora. ¡Que agradable es poder expresarse con precisión!

Lentamente el avión se mueve hacia la pista de despegue. ¿He aprovechado suficientemente mi visita a Holanda? Trabajé. Vi muchos amigos y familia. Toqué música. Hablé holandés. Comí arenques y choucrout. Jugué fútbol hasta que un dolor en mi pierna me paró. Y me faltaba tiempo. Como siempre. Y ahora a casita. Siento como el avión está acelerando. Se suelta de la tierra.

1 comentario:

  1. "se suelta de la tierra": una preciosa expresión,mucho más que la original "despegar" Roland.
    Saludos desde tu país. Silvia

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