miércoles, 5 de noviembre de 2014

El dilema del prisionero

Como profesor de economía tengo a veces que explicar a mis estudiantes una parte de la teoría de juegos que se llama el dilema del prisionero. Se trata de una situación imaginaria en la cual dos prisioneros que cometieron juntos un delito son interrogados separados por la policía. Si ninguno de los dos habla, tendrán un castigo bajo. Delatar al otro significa un castigo todavía más bajo, pero ser delatado significa un castigo más alto. ¿Complicado? En la pizarra lo explico así:



B habla
B no habla
A habla
Los dos 5 años cárcel
A libre, B 10 años cárcel
A no habla
A 10 años cárcel, B libre
Los dos 1 año cárcel
¿Cuál es el resultado más probable?

No hablar resulta en el mejor resultado para los dos, pero claramente no siempre es así, porque uno de los dos puede ir por el resultado máximo aunque sea solamente por desconfiar del otro. En la economía se utiliza este modelo para describir el comportamiento de dos grandes empresas en un mercado; pueden empezar una guerra de precios aunque sea beneficiosa para los dos dividir el mercado. Tengo la impresión que se puede aplicar el dilema del prisionero también a la situación política en España.

Literalmente el caso Bárcenas parece al dilema del prisionero. No sé si fuera para recibir alguna reducción del castigo, pero cuando notó que había perdido el apoyo de su partido, Bárcenas empezó a cantar. Me puedo imaginar que algunos de su partido ya se arrepienten de haber dejado caer al extesorero del PP. Pues bien, ahora ya hay algunos políticos más que se encuentran ante el dilema del prisionero. ¡Esperamos que canten!

Pero quizás los dos partidos políticos mayoritarios también están confrontados con un dilema del prisionero. Cada vez más los dos se están acusando mutuamente de corrupción. Creo que muchos políticos piensan que ‘los del otro partido’ están detrás de las persecuciones de los suyos. Y no me extrañaría si parcialmente tienen razón con este sospecho: muchos jueces están vinculados a uno de los dos partidos; la separación del poder política y judicial nunca de veras se efectuó en España.

Después del caso Gürtel, el caso Bárcenas, el caso de los ERE, el caso Puyol, y que sé yo que caso más, ahora salió el caso Púnica a la luz. Pero esta vez parece que algo cambiará fundamentalmente. Aunque el caso Gürtel ya era conocido, en las últimas elecciones el PP todavía recibió un 44.6% de los votos (que por un fallo en el sistema electoral resultó en la mayoría absoluta en el parlamento). Parece que la tolerancia hacia la corrupción se está acabando. En un sondeo apareció Podemos como el partido con más intención de voto. Desde luego no sabemos si esto ocurriría en elecciones de veras; quizás la gente dijo votar Podemos solamente en un momento de ira, sin saber exactamente lo que significaría la aplicación del programa de la nueva formación. Nuevos partidos políticos crecen y bajan a veces rápidamente porque dependen de los caprichos de los votos de protesta. Pero claro es que hay espacio para partidos nuevos y renovadores, tanto a la derecha como a la izquierda. Es posible que en el juego de suma-cero que jugaron el PP y PSOE, los dos van a ganar cero. Ojalá lo vamos a notar en un futuro próximo.




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