sábado, 7 de febrero de 2015

El Hospital Hazlo-tú-mismo

Unos días después del fallecimiento de mi suegro mi suegra se cayó y se rompió su cadera y muñeca. La desesperación era grande. Sobre todo por parte de mi suegra, desde luego: dolor, susto y abatimiento. Para nosotros su caída también tenía consecuencias. No había tiempo para superar la tristeza. Otra vez largas visitas al hospital. En su muñeca ponían una escayola y en su cadera un tornillo. Todo esto lo hacían en el Hospital del Bierzo, que es público. Después la trasladaron al Hospital de la Reina para la recuperación.

Al principio veíamos su traslado al Hospital de la Reina como una mejora. El Hospital está tan cerca que se puede andar y su más pequeña escala podría significar más atención personal. Se trata de un hospital privado y concertado con un perfil católico. Cuando nos dijeron que normalmente no admitieron a la familia pasar la noche en las habitaciones, di a escondidos un suspiro de alivio. ¡Por fin un hospital como dios manda! Pero los días siguientes tenía que bajar mi juicio. Quizás todavía más que el Hospital del Bierzo se puede llamar El Hospital de la Reina un hospital hazlo-tú-mismo.

En el desayuno a las 09.00, la comida a la 13.00, la merienda a las 17.00 y en la cena a las 20.00 tiene que venir un familiar para ayudar al paciente en abrir los embalajes de plástico, cortar la comida y dar las medicinas. Quizás si no viniera nadie, el personal lo haría, aunque no parecen tener mucho tiempo. Desde luego en cada cama hay un botón para llamar la ayuda del personal, pero no siempre reaccionan. El resultado es que ya varias veces hemos levantado nosotros mismos a mi suegra desde su silla de ruedas a su cama. Esto no sorprendía a nadie en el hospital mientras a mí me parece que levantar a una paciente recientemente operada a su cardera es algo que debe hacer gente cualificada.

Para familiares que trabajan, viven lejos o tienen niños no es posible pasar tanto tiempo en el hospital, desde luego. Por eso alrededor de los hospitales existe un mercado laboral de cuidadoras. Que yo sepa siempre son mujeres, muchas de ellas latinas. Ellas cobran para este trabajo un sueldito mínimo para sentarse al lado del paciente y ayudarles cuando es necesario. Una de ellas nos contó que una vez había pedido a alguien del hospital de ayudarla levantar un paciente a la cama. ‘¿Por qué tú no lo haces? Por eso te pagan ¿no?’ era la respuesta. El mundo al revés. La verdad es que la mayoría de los enfermeros y doctores es gente competente y amable, pero sufren de demasiada presión de trabajo por falta de personal. Será para bajar los costos. Quizás por la misma razón faltan las toallas, sean de papel o de tejido, en los baños.

Pues bien, las semanas que vienen vamos a pasar mucho tiempo leyendo revistas y periódicos en el calor de una habitación del hospital, mientras de vez en cuando miramos con anhelo a la puerta abierta si ya viene el carrito con la comida. Normalmente me toca a mí el turno del desayuno. Después siempre vamos de excursión; empujo a mi suegra en su silla de ruedas hacia la sala de recreación para mirar por las ventanas grandes como el invierno ha tomado posesión del paisaje berciano.

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