jueves, 16 de abril de 2015

Pascua en Portugal

Es Pascua en Portugal. Las tiendas y las calles de Braga están adornadas. Liebres, huevos, polluelos; son los mismos símbolos de la primavera que en Holanda suelen aparecer. En Ponferrada mucho menos. Sin embargo, Portugal no es menos católico. También aquí se celebra la Semana Santa con muchas procesiones. Pero hoy no. Es el domingo de Pascua. Curas van de casa a casa para anunciar la resurrección de Jesús. Andan por las calles con una campanita. Logro suprimir un impulso adolescente de pedirles un helado (en Holanda los heladeros siempre se anuncian con una campanita). Buscamos un restaurante para tomar nuestra última comida en Portugal. No es fácil. Casi todo está cerrado. Otra diferencia con España. Allí seguramente todos los restaurantes están abiertos y al tope. Al fin sabemos encontrar un restaurante llenísimo donde, desde luego, pedimos bacalao.

Hablamos de las diferencias entre España y Portugal. Los portugueses hablan menos alto, es nuestra impresión. Como en España hay una televisión en el restaurante pero el sonido está apagado. Los portugueses hablan mejor inglés que los españoles, noto como recién profesor inglés. En los restaurantes, hoteles y las oficinas de información turística la gente parece preferir hablar inglés sobre castellano, tal vez porque muchos españoles empiezan en su propia lengua sin preguntar si se habla. En las ciudades portugueses casi siempre se puede encontrar prensa internacional, lo que en Ponferrada es absolutamente imposible (una excepción: el bar Termita Lab donde tienen The New York Times).

La escena callejera es diferente. Las calles portugueses parecen más limpias que en Ponferrada, dónde siempre son grises y manchadas como si hayan trabajado con aceite. Los cascos históricos se preservan y restauran mejor en Portugal, aunque quizás no en todas las ciudades. Pero Braga está bien cuidada y hace unos días Guimarães nos parecía un sueño. Lo que más atrae la atención es la enorme cantidad de pastelerías con productos de alta calidad. ¿De veras los portugueses comerían tantos pasteles?

¿Qué es lo que atrae la atención cuando un extranjero visita España? La cantidad de bares y restaurantes, por supuesto. Los quioscos de periódicos y revistas. A mí siempre me sorprende la cantidad de peluquerías, clínicas dentales y ópticas en Ponferrada. ‘¿Qué sorprende un extranjero de las ciudades holandeses?’, pregunto a Ana. ‘Los coffeeshops,’ dice inmediatamente. ‘Y las bicis.’ Un momento está pensativa y sigue con: ‘Y todos estos alimentos preparados que hay por todos lados: bocadillos de queso, jamón, huevo o combinaciones de los tres con tomate, lechuga y la imprescindible mayonesa. Bocadillos de pescado, salchichas, croquetas, pizzas y  qué sé yo, que se mantiene caliente todo el día. ¡Qué asco!’ Un escalofrío recorre su espalda.

De por sí la conversación continua sobre comida. Pues, viajar es para nosotros también una aventura culinaria, aunque la cocina portuguesa se parece bastante a la española. El pulpo prefieren en Portugal comerlos fritos o asados y no conocidos como en Galicia. Nos gustó. Por lo demás comimos bacalao y unas salchichas portugueses que hasta ahora desconocimos. Pero el desafío más grande era esta vez lampreia, la lamprea. Es un bicho raro, entre pescado y serpiente, que vive como parásito adherido a un pescado o mamífero del mar chupando su sangre. Para reproducirse vuelven a los ríos donde los pescadores portugueses y gallegos los pescan. Comer lamprea es una experiencia especial.

Después de pagar andamos hacia el coche y empezamos la vuelta. No notamos nada del jaleo de tráfico de lo cual las noticias españolas nos avisaron. Apenas hay otros coches. Cuando pasamos la frontera nos miramos. Era estupendo este viaje corto. Desconectamos completamente. También es estupendo volver a casa.

Lamprea


Prensa internacional en Barcelos, Portugal

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