sábado, 26 de diciembre de 2015

Navidad 2015

También este año paso los meses diciembre y enero en Holanda. ‘Tengo una changua en el business school,’ digo a mis amigos para explicar mi retorno temporal en sus filas. Estoy aquí para ejercer mi vieja profesión de profesor de economía y estadística (lecturer economics and statistics digo para dar más impresión) para no perder la habilitad. Y, desde luego, voy a ver a mi familia y mis amigos holandeses, tomar cervezas en mi bar habitual Scharrebier, y jugar un partido de fútbol en el campo mi querido club afc TABA.

Estoy alojado en la casa de mi viejo tío en Osdorp, un barrio en las afueras de Ámsterdam. No celebramos de veras Navidad. Ni siquiera tenemos un árbol. En las calles hay por todos lados puestos donde se vende árboles de navidad de todos los tamaños posibles. Como niño siempre me daba mucha alegría: elegir un árbol, el más grande posible desde luego, y después ponerlo en casa y adornarlo. Los primeros días la casa olía al bosque de pinos. Y después de Navidad había la tradición de quemar los árboles en algún rincón de la calle. En Ponferrada existe menos la tradición de los árboles de navidad. No se ve los puestos especiales dónde se vende los árboles.

Otra diferencia cultural: las tarjetas navideñas. Aquí en Holanda las tiendas están llenísimas de estas tarjetas. Hay sellos navideños especiales. ‘Cómpreme 40 sellos y tarjetas navideñas’, me dijo mi tío cuando fui de compras. Después estaba unas horas escribiéndolas. Me recordaba a viejos tiempos. Escribir los mejores deseos a mis amigos y familia con la agenda con direcciones al lado. Con los años lo consideraba cada vez más como un perdido de tiempo, esfuerzo y dinero. Me limitaba a escribir a la gente que me había escrito a mí. Con la desaparición gradual de la generación de mis padres escribía cada año menos. La aparición de internet significaba el fin de la carta navideña de papel, pero también la aparición del fenómeno tarjeta navideña digital. Por todos lados recibo tarjetas: por email, por Facebook, por Whatsapp. Si, nosotros también participamos en esta tendencia. Es casi obligatoria porque todo el mundo lo hace. Pero es bastante divertido: se puede ser creativo y no hay este ajetreo con sellos y tarjetas de papel. Mi tío no está de acuerdo. Prefiere escribirse la mano torcida antes de admitir que internet pueda haber ventajas.

Pues bien, tanto en Holanda como en España la tarjeta digital hacía un avance impresionante. Os presento nuestra contribución a esta tendencia. Hecha por nosotros mismos, mi mujer y yo. No sin orgullo puedo mencionar que yo inventé el texto. La verdad es que es solamente un deseo para el año nuevo y no para Navidad. Me gusta más la celebración del cambio de año. En unos días, cuando contamos los últimos segundos del viejo año, estaremos mi mujer Ana, mi tío y yo en frente de la ventana esperando hasta los fuegos artificiales en el centro de Ámsterdam estallan. Brindaremos, mi mujer y yo, sobre nuestro futuro en El Bierzo. Porque por mi Holanda es vieja y preocupante; un país donde fantasmas de un pasado muy oscuro parecen haber vuelto y pueden detener un centro para refugiados de una guerra. Nuevo y esperanzadora para mi es España; el país donde los resultados de las últimas elecciones dan una vista a un futuro un poquetín mejor. Esperamos que sea así.

¡Feliz 2016!





3 comentarios:

  1. Roland!! Aunque no te escriba mucho, te sigo leyendo. ¡¡¡FELIZ AÑO 2016!!! Esperemos que como dices, con esperanza en España.

    Un abrazo

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  2. Muy Feliz Año Nuevo, aquí,en España, en el Bierzo, os esperamos... Cala y Marian

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  3. Gracias. Alfonso, Cala y Marián. ¡¡Feliz 2016!!

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