viernes, 25 de agosto de 2017

La Font de Canaletes

En la lista de las ciudades donde me siento en casa Barcelona ocupaba por muchos años la secunda posición. Siento tener que informar a los catalanes que en los últimos años Barcelona bajó a la tercera posición, ahora que Ponferrada lucha con Amsterdam por ser el número uno.

De mi primer viaje a España Barcelona era el destino. ¡Qué ciudad! Era 1982. Por horas pude errar por los barrios antiguos del centro, el Barrio Chino y el Barrio Gótico. Pero también descubrí la atracción del barrio cuadrado, como yo y mis amigos de Amsterdam lo llamábamos. El barrio con los edificios modernistas, con terrazas al borde de las calles tan anchas y rectas dónde la gente estaba tranquilamente tomando sus desayunos y bebidas al lado del tráfico que pasaba zumbando. Nuestros amigos catalanes nos mostraron los sitios que entonces todavía eran pocos conocidos. El barrio de Gràcia, de lo cual recuerdo este restaurante tan popular llamado El Glop para comer butifarra. O el teatro decadente llamado La Bohemia con artistas ya un poco o bastante mayores, muchos de ellos travestitos (véase el documental Yo soy así). En la Sala de Ball La Paloma bailamos sobre la música de una gran orquesta y tuve un susto cuando llamaron por altavoz mi nombre. Era mi cumpliaños. Y esto en medio del verano; no lo sabía. El Cava no sabía menos rico por eso.

Una vez de vuelta en Amsterdam probaba mejorar mi capacidad lectora del castellano con novelas españoles que estaban situados en Barcelona. Leí Nada de Carmen Laforet con el diccionario a mi lado sobre el sofá y el mapa de Barcelona en el suelo para poder seguir la caminata de la protagonista Andrea por la ciudad. Me impresionaban los libros La Ciudad de los Prodigios de Eduardo Mendoza y Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé.

Por muchos años visité frecuentamente la ciudad. Y volveré. Debe ser así. Nuestros amigos catalanes nos llevaron a la fuente en Las Ramblas, La Font de Canaletes, y nos explicaron que quién bebe el agua vuelve a Barcelona. Tomé tantos tragos como pude para asegurarme de muchas visitas a esta ciudad tan hermosa, intensa, vivaz y loca. Era justamente allí, dónde está la fuente, cerca de la Plaza Catalunya, dónde la semana pasada un joven muselman, lleno de odio contra todo lo que significa Barcelona, condujo una furgoneta sobre Las Ramblas. El resultado: trece muertos, muchos heridos, miedo, odio.

Desde luego había reacciones fuertes, sobre todo en los medios sociales. También en España hay los que quieren culpar a grandes grupos de la población por los crímenes de unos individuos. Desde luego había los de la derecha y españoles nacionalistas que querrían culpar a la alcaldesa Ada Colau, porque no había obstrucciones para proteger Las Ramblas. Había los de la izquierda y catalanes nacionalistas que querrían culpar al rey porque había estado de visita oficial en Arabia Saudí. Hasta un ataque terrorista como este se utiliza como un instrumento político, sobre todo ahora, cuando las mentes están tan divididas por las aspiraciones de independencia de Catalunya.

Pero la mayoría de las reacciones que vi me daban esperanza y me sentía orgulloso de mi tercera ciudad. ‘No tenim por’ (no tenemos miedo) escandió la gente en la calle después de un homenaje a las víctimas. Muchos habitantes enfatizaban que Barcelona era una ciudad polifacética, abierta y mundial donde no hay sitio para el odio ni la intolerancia. También los musulmanes de Barcelona se manifestaron en contra del ataque terrorista.

Te vuelvo a visitar pronto, Barcelona, ya hace demasiado tiempo, y apagaré mi sed en La Font de Canaletes.


1 comentario:

  1. estimado roland, gracias por compartir, me ha gustado tu apartado, de mi parte, y de los chicos de la gran hermandad blanca enviamos prosperidad y paz!! felicidades ♥

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