viernes, 12 de abril de 2019

La caminata desde Ponferrada al embalse de Bárcena

Cuando vi esta mañana por la ventana como el sol matutino pintaba la nieve de los picos de los Montes Aquilianos naranjo, sabía que este sería un día estupendo. Me puse mis botas de andar y bajé la escalera. Automáticamente me dirigí en dirección de El Pajariel, cuando me acordé que mi estudiante de ayer, una chica de 17 añitos, me había dicho que iría hoy con su clase a El Pajariel para la asignatura de Geografía. Algo con piedras y tipos de suelos, había añadido con algo de repugnancia en su voz. La probabilidad que encontraría a este grupo era limitada, El Pajariel tiene muchos caminos y senderos, pero seguramente sería un momento incómodo para ella y para mi si de pronto apareciera allí con mis prismáticos y ropa de andar. Hoy día tengo que cuidar que no me toman por un viejo verde, que quiere encontrar a sus estudiantes afuera de las horas de clase. Decidí ir en la dirección contraria. Otro estudiante me había dicho que habían instalado una senda al lado este del río Sil, por lo cual es posible hacer una ruta circular hacia el Embalse de Bárcena.
Cerca de El Museo de la Energía en la orilla del río Sil había una señal con las dos sendas: la Senda de los Romeros al lado izquierdo y la Senda de Bas al otro lado. Empecé por la senda de los Romeros que ya conocía. Todavía era pronto por la mañana y el aire era fresquito. No había absolutamente nadie. En la mata oía de vez en cuando un animal huyendo. ¿Cuál sería? Cuando la senda bajó mas profundamente en el cañón del río, vi sobre el agua estancada como la brisa movía lentamente las briznas de niebla. En los árboles los arrendajos chillaban, de vez en cuando interrumpido por la risa burlona de un pito real.
Al final de la senda, subí hacia la presa, crucé el río y encontré la Senda de Bas, que claramente era construida recientemente. Sobre un arroyo había un pequeño puente hecho de madera y donde la senda era demasiado cerca de un precipicio había una barrera, a veces con el emblema de la senda. 
Me acerqué para leerlo. Senda de Bas, leí, y Bas van de Goor Foundation. 

Ahora lo entendí. Estos tres colores que utilizaban para marcar la senda era el rojo, blanco y azul de la bandera holandesa. En principio no me gustan nada banderas nacionales; ya hay suficientes últimamente, con todos los gritos patrióticos, tanto en España como en Holanda donde en los últimos elecciones provinciales un partido ultranacionalista obtuvo muchos votos. 
Pues bien, la fundación tiene un objetivo muy positivo: promover que gente con diabetes haga deporte y se mueva, con el ejemplo de Bas van de Goor mismo, el mejor jugador de volleyball que Holanda ha tenido. Ya hace dos años tuve una conversación con Petra, una de las fundadoras de Bas van de Goor Foundation, en la cual me explicó que iban a organizar rutas para diabéticos en España y ahora parece que han construido esta senda, en colaboración con médicos y voluntarios bercianos. Recomiendo hacer este recorrido, con bici, corriendo o andando. Pero una cosa, Petra y Bassie, para tener de veras una fiestita holandesa hace falta una crepería, allí en la orilla del embalse. Por lo demás, todo perfecto. ¡Muchas gracias por la senda estupenda!

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