domingo, 25 de diciembre de 2022

Espíritu navideño

Es Nochebuena. Celebramos esta noche, que es tan importante en España para pasarla con la familia, solitos los dos en casa. Cuando Ana le contó esta tarde esto por teléfono a una vieja amiga de su madre, esta reaccionó con horror:
‘No lo consiento que cenéis esta noche los dos solos. Tenéis que venir aquí y cenar con nosotros.’
Esa propuesta fue rechazada. Después de todo, ya habíamos comprado todos los ingredientes para una deliciosa sopa de pescado, seguida de un plato de rape con conchas. De postre teníamos pastel de pistacho. Y encima habíamos comprado unas deliciosas botellas de vino de la inigualable Bodega Cepall en el pueblo de Sancedo. Nos hacía ilusión tener esta cena íntima llena de gastronomía alta y música bonita de nuestras listas de Spotify. 

Nos sentamos uno frente al otro, los platos de sopa llenos, las copas de vino en la mano. Suena la canción What a difference a day makes, interpretada por Jamie Cullum. Contentos miramos alrededor de la sala. El ambiente navideño está por todas partes. Hay luces y velas encendidas. Sobre la mesa están las ramas con hojas de eucalipto, encima de la puerta cuelga el muérdago, debajo del cual ya nos hemos besado. Brindamos. Tomamos un sorbo. Y luego llevamos con cuidado nuestras cucharas con la sopa caliente a la boca. Deliciosa.

Casi inevitablemente en estos tiempos difíciles, nuestra conversación cambia de temas culinarios a asuntos menos alegres. Los miembros de la familia que perdimos los últimos años. Los problemas globales. Covid, cambio climático, la guerra en Ucrania. Este año fui confrontado directamente por la guerra, porque tengo estudiantes ucranianos, bielorrusos y recientemente muchos rusos que quieren aprender holandés. Estos han huido de su país, sobre todo por el sentimiento de vergüenza que les ha despertado el ataque de su patria al país hermano. Al final nos acostamos un poco tristes, pero eso también es parte del espíritu navideño.

Al día siguiente preparamos el desayuno de Navidad. No había podido encontrar en Ponferrada el Stollen de Navidad, que es tan típico en Holanda y Alemania. Pero sí había un delicioso pan de grosellas con nueces. De todos modos, más saludable. Mientras Ana prepara el café en la cocina, me acerco al armario donde he escondido su regalo de Navidad. A falta de un árbol de Navidad, lo deslizo hasta la mitad debajo de las hojas de eucalipto en la mesa. Luego voy a la cocina a cortar el pan. Cuando vuelvo a entrar en la sala, veo que mi regalo tiene compañía. Ambos paquetes tienen exactamente el mismo tamaño, aunque el envoltorio es diferente. Expreso mi sospecha.
‘Tal vez nos dimos el mismo regalo.’
Ana desenvuelve su regalo. Es el libro La Familia de Sara Mesa. Se ríe.
'Tienes razón.'
Nos sonreímos el uno al otro y estamos de acuerdo. El amor verdadero es regalarse accidentalmente el mismo libro, pero comprado en diferentes librerías. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario