miércoles, 20 de diciembre de 2017

Las aventuras de las gafitas de la pequeña Ana

Al final también he empezado a enviar emojis por WhatsApp. A veces es más práctico. Por ejemplo, cuando quieres terminar una conversación o cuando alguien te ha enviado un chiste soso. No encuentras las palabras adecuadas; envías una carita de sol con una sonrisa. O, como hago a menudo, un ramito de flores. Es por pura pereza. El ramito es el primer emoji que me aparece en mi móvil.
Como casi todos los hombres calvos con el alma alegre parezco un poco a un smiley. Esto era sobre todo el caso cuando llevaba unas gafitas de sol con la montura rosa con forma de dos corazones. Era, creo, antes de que el emoji con ojos o gafas con forma de corazones se ponía popular. En secreto tengo la esperanza que fuera yo el modelo. ¿Pero por qué llevé estas gafitas ridículas? Os lo explicaré.

Era hace unos años. Ya vivía en Ponferrada pero ocasionalmente volví a Holanda para trabajar en una Business School en Rotterdam como profesor de economía y estadística. Esta vez viajé con mi mujer a Salamanca el fin de semana antes de irme a Holanda, para visitar mi cuñada, su marido y nuestra sobrina Ana, que tenía entonces unos 6 años, creo. Era diciembre, pero el tiempo era agradable. Mientras mi mujer y su hermana hicieron compras, fui con la pequeña Ana al parque infantil. A pesar del invierno mi sobrina insistió en llevar sus gafitas favoritas con la montura rosa con forma de dos corazones. Ya pronto las gafitas eran una molestia cuando quería subir el aparato de trepa. Me las dio y las puse en el bolsillo de mi abrigo.

Encontré las gafitas el domingo por la mañana cuando controlé mis bolsillos antes de pasar por la aduana en Barajas. ¿Qué hacer ahora? Estuve a punto de enviar un Whatsapp mensaje a los padres para explicar todo, acompañado por un ramito de flores, pero se me ocurrió que sería más divertido enviar un selfie de mi con las gafitas sin ningun texto. Esto le haría gracia a la pequeña Ana. Después decidí hacer más selfies con las gafas en diferentes sitios durante mi estancia en Holanda. Mi inspiración era la película Amélie en la cual roban un gnomo del jardín de un hombre mayor para enviarle fotos del gnomo desde los sitios más espectaculares del mundo. El lunes después hice una foto en el tren de Rotterdam a Amsterdam. La verdad es que, trabajando y viajando entre Amsterdam y Rotterdam cada día, no estuve en tantos sitios espectaculares. Además, en diciembre Holanda oscurece muy temprano. Un amigo mío me hizo una foto cerca de la Estación Central con la famosa Torre del Llanto al fondo, pero el camera de mi móvil no era capaz de captar un escenario nocturno. En cierto momento se acabaron las aventuras de las gafitas, cuando resultaban ser demasiadas pequeñas para mi cabeza adulta. Una de las patas se rompió.

Una vez de vuelta en Ponferrada el selfie en el tren me parecía gracioso, sobre todo por el contraste entre las gafitas de niña y mi cara tan seria, que era porque hacer un selfie requería toda mi atención. Puse la foto en mi perfil en Facebook y otros medios sociales. Las reacciones de mis amigos y familia eran diversas, desde ´Qué foto más positiva´ hasta ´Que cambies pronto tu foto de perfil´. No la cambié y olvidé la existencia de la foto.

Hace unos meses me invitaron por mi sorpresa para una entrevista de empleo. Se trataba de una empresa de exportación en A Coruña que necesitaba alguien que hablaba holandés. A Coruña no está exactamente en el barrio, pero está más cerca que Rotterdam. Mi idea era que, una vez que les había convencido de que yo era el candidato soñado, podría proponer un puesto de tiempo parcial, tal vez en combinación con trabajar desde casa. La entrevista era por Skype. Me afeité y puse una camisa limpia y planchada. Hacía seguro que al fondo se mostraban los libros de economía y estadística más gordos en la biblioteca. En frente del espejo practiqué la pronunciación de las letras Z y C mostrando la lengua: ‘CCCervezzza.’ ¡No se puede dejar nada al azar! La primera pregunta era: ‘Veo una foto de un hombre con la cara muy seria que lleva unas gafitas de sol con una montura rosa en forma de dos corazones. ¿Es usted?’

Después de la entrevista nunca más he oído nada de esta empresa.

Las gafitas en Amsterdam; al fondo la Torre del Llanto

Las gafitas cerca de Leiden



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